Posos de anarquía

A los fanáticos del iPhone5

En más de una ocasión he escrito en este blog sobre el colapso moral que padecemos en Occidente, cómo el capitalismo y la sociedad de consumo han extirpado muchos de nuestros valores o, en el mejor de los casos, los ha anestesiado de tal modo que ya somos inmunes a ciertas tropelías.

Estos días, en los que se respira la excitación por el nuevo iPhone 5, no puedo dejar de pensar en ese colapso moral. Quizás, para al menos unos cuantos a los que esos valores aún no les han abandonado, podemos estar a tiempo. Quizás, la lectura del artículo de un periodista chino que pasó inflitrado unos días en una de las plantas en las que se fabrica el telefonito de marras cumpla la misión de despertarles.

El tipo en cuestión relata cómo su llegada a la fábrica anunció lo que le esperaba: un dormitorio de literas hacinadas, malolientes, con sábanas sucias y con ceniza y un ejército de cucarachas en su taquilla para darle la bienvenida. El contrato, que pasaba muy a la ligera sobre el tema de las horas extra, contemplaba posibles riesgos para el trabajador, como contaminación acústica o tóxica. La dirección de Foxconn, la empresa que fabrica los iPhone en China, dejó muy claro que había que poner la cruz en el NO.

Llegó el periodo de formación y, básicamente, lo que a uno le enseñan es que es mejor que obedezca y que, si uno está molesto por el maltrato que recibe, que no se preocupe, que es por su bien. Ya saben, el "me duele a mi más que a ti". ¿Y los suicidios? Sí, aquella oleada que hubo en 2010, bueno, minucias. Por si acaso, todas las ventanas de los dormitorios tiene barrotes.

Comienza la producción, con la amenaza de no llevar ningún objeto metálico. Si uno sale de la planta de producción y el arco metálico suena, que se vaya preparando para ser disparado despedido en el acto. Confidencialidad ante todo, ya se sabe. Un compañero de habitación del periodista le relató cómo un amigo fue tiroteado despedido porque olvidó que llevaba un cable de USB.

Llegan las 11 de la noche. Cenita rápida y poco después de media noche, vuelta al trabajo, no vaya uno a dormirse, que la cadena de producción deja un intervalo de tres segundos entre cada pieza montada. Nada de descansar hasta las 6 de la mañana y, si paras, se te castiga contra la pared, como en el cole. Pero a las 6 la cinta sigue en marcha y nadie puede parar hasta las 7, eso sí, dos dólares por hora extra.

Los cálculos del periodista, encargado de colocar la carcasa trasera, habla de unos 3.000 iPhones montados en 10 horas de jornada. Si uno echa cuentas, 4 líneas de producción sólo para este proceso, con 12 trabajadores en cada una, sale a un total de 36.000 iPhones cada medio día.

Pero oye, eso sí, qué chulo es el iPhone.

CORRECCIÓN: El comentario de un seguidor en Twitter me llevó comprobar de nuevo la traducción del artículo en chino en relación a la parte del relato en que un empleado fue disparado por llevarse un cable de USB. Tanto el traductor automático como un par de referencias encontradas en Internet tradujeron mal el término, imagino que de manera contagiosa. Al traducir el texto al inglés, reparé en que el término usado es "fired", es decir, despedido, no "tiroteado". Queda pues corregido el texto, agradeciendo de nuevo al colega el apunte.

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