Posos de anarquía

Lo que no cuenta FCC

Hace tan sólo unos días, la multinacional FCC presumía de haberse hecho con el mayor contrato de la construcción en el exterior de la historia de España: tres líneas de metro en la ciudad de Riad por unos 6.000 millones de euros aproximadamente. ¿De veras hay tantos motivos para la alegría por este contrato millonario? A fin de cuentas, FCC tiene casi una treintena de sociedades registradas en paraísos fiscales, por lo que muy posiblemente España se beneficiará poco de este acuerdo real (por aquello de que la Corte tiene mucho que ver en el asunto).

Sí, hay que alegrarse porque creará cerca de 15.000 puestos de trabajo... dicen. ¿Y qué condiciones labores tendrán estos trabajadores?, me pregunto yo. Y uno se teme lo peor, porque no es la primera vez que escribo sobre el asunto y cada vez que pregunto a una empresa española -como hice en esta ocasión con FCC- sobre estas condiciones en el Golfo Pérsico tan sólo obtengo el silencio por respuesta.

Y es que en países com Qatar o Arabia Saudí, tan futboleros ellos que se ven en las camisetas de equipos de nuestra liga, la violación de los Derechos Humanos está a la orden del día, aunque de eso no hable la empresa de las Koplowitz en su nota de prensa. La ausencia de una legislación laboral justa hace que los trabajadores sufran la esclavitud en pleno siglo XXI: alojamiento hacinados en campos de trabajo, jornadas maratonianas, prohibición de sindicatos y del derecho a huelga y, por supuesto, ni hablar de un salario mínimo.

Mano de obra, por otro lado, en su práctica totalidad inmigrante, que vive atrapada no sólo en el país -a veces el empleador le retira el pasaporte y no le concede el visado de salida del país-, sino de la propia empresa, pues el empleado no puede cambiar de trabajo sin la autorización de la compañía.

Miguel es arquitecto y trabajó cerca de dos años en Qatar para dos de nuestros campeones del IBEX-35 en paraísos fiscales: Iberdrola y OHL. Este arquitecto me cuenta cómo, efectivamente, el grueso de la mano de obra procede de India y Nepal y cómo las multinacionales acostumbran a tirar de subcontratas para la contratación de personal.

Hablando en plata, una subcontrata es a una multinacional lo que un testaferro a un político corrupto. Dicho de otro modo, si se produce alguna irregularidad/ilegalidad, la multinacional siempre podrá decir "la culpa no es mía, sino de la subcontrata. ¿Cómo iba a saber yo que sucedía eso?".

Esta práctica  no es algo aislado en países del Golfo o en China (en esas fábricas de tabletas tan chulas...); aquí, en Reino Unido, cuna -u orgía- del neoliberalismo salvaje, me he topado con la misma situación: Denuncias de uso de listas negras para no contratar trabajadores incómodos (sindicalistas, comunistas...) y parapeto de subcontratas como primera línea de defensa.

Así las cosas, cuando leo que se presume de la construcción de esos 176 kilómetros de líneas de suburbano en Riad, no puedo dejar de pensar en los dramas humanos que se esconden tras cada uno de los metros excavado... aunque eso tampoco lo cuente FCC en su nota de prensa.

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