Posos de anarquía

Homenaje a Marc

Marc Marginedas, el periodista que viene cubriendo la guerra de Siria para El Periódico de Catalunya, ha sido secuestrado sin que se sepa con certeza  a estas horas quién le retiene y con qué objetivo. En este punto, no puedo arrancar esta entrada sin recordar aquel premonitorio artículo del impagable Luis Matías López, que concluía "en recuerdo de ambos, Marc, te lo ruego, ten mucho cuidado y la próxima vez piénsatelo dos veces". Da igual, Marc se lo puede pensar dos, tres o mil veces que siempre acudirá al lugar del conflicto, aunque cuando se encuentre bajo el fuego cruzado se pregunte "¿qué hace un cuarentón como yo en este punto perdido de la volátil frontera turco-siria, comportándose como un colegial ávido de aventuras?".

Marc lo lleva en la sangre, como otro buen puñado de periodistas de varias generaciones que siguen batiéndose el cobre en las guerras -esas, desafortunadamente, nunca faltan-. Más de 15 años a sus espaldas cubriendo conflictos bélicos, desde la guerra de Irak, Chechenia o Líbano a Afganistán y Pakistán, Libia y, ahora, Siria. Sin embargo, un día como hoy, a uno le embarga una sensación agridulce cuando ve los homenajes que recibe Marginedas,  la cobertura masiva que se hace de su secuestro.

Dulce, por supuesto, porque para los reporteros de esta pasta todo reconocimiento es poco, porque de no ser por su labor los conflictos serían mucho peores, pues los más viles crímenes de guerra conseguirían ocultarse bajo el oscuro manto bélico. Y ello a pesar de que, en los últimos años, grandes del periodismo como John Lee Anderson vienen advirtiendo de que en la mayor parte de las ocasiones el periodista cubre las guerras empotrado en las filas del ejército de un bando por el que termina sintiendo cierta afinidad y sacrifica cierta dosis de objetividad, bien por protegerles bien porque siente que se lo debe pues son ellos quienes velan por su vida día a día.

Agrio porque muchos de esos homenajes y coberturas a Marc vienen barnizados con una gruesa pátina de hipocresía. Esa hipocresía bajo la cual se oculta el profundo desinterés de esos medios -ya sea radio, prensa escrita, internet o televisión- por una buena cobertura de los conflictos bélicos. Imaginen, si muchos de estos mismos medios hace ya tiempo que se aprovechan de los periodistas que llevan la profesión en la sangre a pie de calle, ¿qué no harán con quienes no dudan ni un instante en acudir a las zonas bélicas?

La vida de muchos periodistas, muchos de los que sostienen en gran medida a los medios, se ha vuelto extraordinariamente incierta. Esos periodistas que trabajan como freelance, que no suponen gasto alguno al medio más que el pago de sus crónicas, pues es él mismo el que paga su Seguridad Social, su material, sus traslados, todo. No les resultará complicado imaginar lo que eso supone cuando uno va a la guerra, donde el coste de los viajes se disparan hasta los miles de euros, donde el material que uno lleva encima -teléfono vía satélite, chalecos antibalas, casco...- es otro suma y sigue al que hay que añadir, además, el pago de los traductores, por ejemplo. ¿A cambio de qué? Del pago de lo que vendas, pues cuando uno acude a las guerras ni siquiera sabe si conseguirá amortizar el viaje, dependerá de cuántas crónicas consiga vender... y hoy, por hoy, los medios compran poco.

Usted, como consumidor de noticias e información, no se deje engañar por los medios de comunicación, puesto que montar una crónica pintona sin haber pisado el terreno puede ser relativamente sencillo. Que no le engañen, sobre todo los medios con margen de maniobra, esos copados por mandamases cuyo sueldo de un mes bastaría para cubrir toda la campaña de uno de estos reporteros de guerra que, en realidad, no buscan más reconocimiento que el suyo, el del consumidor de noticias que aprecia una buena cobertura. Ese, amigos míos, es el mejor homenaje que hoy le pueden hacer a Marc. Todo lo demás, hipocresía.

Marc vuelve pronto y regálanos cuanto antes otra de tus magníficas crónicas.

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