Posos de anarquía

Rafael Hernando, cachorro gerundio

Anda estos días todo el mundo agitado con las últimas declaraciones del portavoz adjunto del PP en el Congreso, Rafael (Antonio) Hernando, en torno a las víctimas del Franquismo. Ante tamaño revuelo, uno no puede evitar preguntarse "y cuándo no es fiesta con este tipo" y a la mente vienen los episodios en los que comparó la bandera republicana con la franquista o ligó a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) con asociación terrorista, por citar dos ejemplos.

Uno podría remontarse algo más en el tiempo y, dado que Hernando es amigo de las comparaciones, recoger aquella en la que a sus ojos, Andalucía y Etiopía venían a ser lo mismo en términos de desnutrición infantil, aunque ya en el Gobierno llegara a autocontradecirse y alegar que "los casos de malnutrición son puntuales" y, en todo caso, no son culpa -ni responsabilidad- de las políticas del Gobierno, sino que "esa responsabilidad corresponde a los padres".

Así es Hernando, un tipo lenguaraz y sin complejos, que al tiempo afirma que "del linchamiento verbal es muy fácil pasar al linchamiento físico" (para arremeter contra los escraches), que intenta agredir a Rubalcaba a la salida del Congreso con un "eso no me lo dices en la cara" mientras ha de ser sujetado por Zaplana y Acebes (año 2005). Y eso que previene del linchamiento verbal alguien que no duda de tacharde "pijo ácrata" a un juez cuando éste defiende el derecho a la manifestación (Juez Pedraz cuando archivó la causa por el 25S). Sentido de Estado y demócrata de alto nivel, vaya.

¿Cómo se forja un tipo de la calaña de Hernando? Nada como darse un paseo por la hemeroteca: Sencillo, viniendo de una familia de marcada ideología de derechas, católica, educado en los maristas y que con apenas 15 años ya militaba en Alianza Popular (AP). Un tipo este Hernando que jamás ha ocultado su admiración por el difunto Manuel Fraga, al que considera "un personaje que ha sido desaprovechado en la política española y excesivamente maltratado por algunas personas". De hecho, cuando en el 77 comenzó a militar en AP lo hizo "ilusionado por la persona de Fraga como capaz de sacar a España hacia adelante"... como si el gallego no hubiera movido un dedo con Franco...

Así es Hernando, el eterno cachorro del PP, cachorro gerundio como su apellido, fullero, pendenciero y diría que con un eterno complejo de matón de colegio si bien hasta es posible que fuera al que nunca le pasaban la pelota. Un personaje que, con el paso de los años, ha demostrado que parece carecer de las cualidades que, a sus tiernos 27 años, más admiraba de un hombre: "la inteligencia y la honestidad" y por contra parece aferrarse a lo que más detestaba entonces, "la violencia y la mentira".

¿Por qué existen tipos así? Porque, tal y como se lleva a cabo la política en estos días, hace falta. Igual son necesarios personajes que no piensen, como Ana Mato, Fátima Báñez o el propio José Ignacio Wert, pero que obedezcan a pies juntillas, como otros del calibre de Hernando, capaces de distraer la atención con lo primero que le viene a la mente. Un tipo que en sus años mozos, cuando presidía las Nuevas Generaciones del PP prometía mucho a sus mentores, pero que con el tiempo no ha pasado de camorrista insolente que, a pesar de haber desarrollado toda su carrera en Guadalajara tuvo que recurrir a Almería para alzarse como diputado, provincia de la que lo más cerca que estuvo antes fue en sus veranos de pequeño en Fuengirola o ya de mayor en Gandía... y hay unos cuantos kilómetros, aunque menos de lo que le separan a él mismo de hacer una política decente y honesta.

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