Posos de anarquía

Guía para sintonizar los partidos políticos de nuevo

Estos días todos los medios de comunicación (incluidas las cadenas de televisión) nos están informando de cómo resintonizar los canales para poder seguir viendo nuestros programas favoritos y, de paso, correr un tupido velo sobre la chapuza que se ha hecho en esta país con el reparto de espectro para el 4G y la TDT.

Ojalá que con los partidos políticos resultara tan sencillo. A veces uno desearía que fuera tan fácil volver a estar en sintonía con ellos, que bastara con ir a la opción Menú y dar toda la vuelta a las frecuencias hasta estar sintonizados de nuevo. Sin embargo, no es tan sencillo, ni siquiera, con instaladores o antenistas tan profesionales como los movimientos sociales que han aparecido en los últimos años.

La cantidad de niebla y ruido que se ve y escucha en nuestros televisores es tal, que son muchos los que han dejado de verla y prefieren entregarse a otros placeres mundanos. Y no se les puede culpar, la verdad, porque si en este país suceden menos desgracias de las que ocurren, como llevarse a un político o un banquero por delante (perdón por la crudeza), es precisamente porque la gente opta por no ver su televisor desintonizado.

Ojalá en un abrir y cerrar de ojos llamáramos a un antenista y tuviéramos todas las nuevas frecuencias, pero no es así. Y el panorama es tan oscuro que la mayor parte de los partidos políticos están enviando gratuitamente a los domicilios al mismo instalador de la compañía Regeneración Política S.A. para hacernos creer que están sintonizados cuando, en realidad, no lo están.

Y si por un casual, uno llega a creer que sí lo estaban, es cuestión de tiempo que lleguen interferencias en forma de crisis sanitaria, sobres con dinero B, desfalco a una Caja de Ahorros o cocaína y mariscadas en forma de planes de formación para darnos cuenta de que seguimos con la misma niebla en la pantalla. Y lo triste de todo es que, en el fondo, todos queremos ver la tele, cada uno su programa, pero todos queremos disfrutar de ella, hablar de ella, comentarla y, además, participar. Pero si los partidos no están sintonizados, no hay nada que hacer.

Luego, claro está, no podemos olvidar que no todos los aparatos de televisión están preparados para las nuevas frecuencias, bien por ser demasiado viejos (o sus mentes) y estar anclados en el blanco y negro, bien porque su manual de instrucciones deja claro que con funcionar basta, aunque sea echando chispas.

¿Qué nos va a costa resintonizar con nuestros políticos? Mucho, sin duda alguna, pero el coste de no hacerlo será mucho mayor. Por eso mi recomendación es que, aunque ahora mismo sean pocos los partidos que no estén dando palos de ciego -a pesar de que está más que cristalino lo que quiere el grueso de la ciudadanía-, no sólo sigan llamando a su instalador sino que, además, háganse antenistas. Tomen las riendas y no esperen a que Regeneración Política S.A. llame a su puerta; de hecho, si lo hace, díganle que deje su tarjeta en el buzón y luego tírenla a la basura. Resintonicen ustedes mismos, obliguen a esos partidos a estar de nuevo a su servicio y no a la inversa.

Recuerdo una anécdota de una agencia de publicidad cuyas campañas triunfaban, no sólo entre los clientes y festivales sino, además, entre los consumidores. La agencia creció y ganó mucho dinero y, entonces, sus creatividades no valían para nada, fracasaban. ¿Saben qué pasó? Que los creativos ya no viajaban en metro para ir a trabajar, sino en sus flamantes coches de lujo. En pocas palabras, se alejaron de la realidad y ya no conectaban con el público objetivo... no estaban sintonizados.

Pues eso. Aplíquense el cuento.

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