Posos de anarquía

La contradicción del premio a Lledó

Qué duda cabe que el reconocimiento que se hace al profesor Emilio Lledó con su Premio Princesa de Asturias de la Comunicación y Humanidades es una buena noticia, pero no por ello deja de ser una contradicción en sí misma. El sistema que ha mercantilizado la Educación, el mismo sistema que ha maximizado el modelo de la 'asignaturesca' es el mismo que ahora reconoce la labor de un defensor de la máxima de Kant "el hombre es lo que la educación hace de él".

Qué gran contradicción que el mismo sistema que quiere aniquilar a la Filosofía en el sistema educativo premie a un filófoso. ¿Se dan cuenta de la paradoja? ¿O deberíamos decir de la hipocresía? Si algo nos ha enseñado el profesor Lledó a lo largo de los años, él que evita llamarse filófoso y prefiere considerarse un "funcionario de la Filosofía", es la importancia de las palabras. En más de una ocasión le he escuchado decir que lo que realmente somos es palabra y que por eso es tan importante la Filosofía, porque es la que nos ayuda a reflexionar sobre el significado de las palabras, sobre lo que realmente queremos transmitir con ellas.

Una práctica que se ha perdido porque, lamentablemente, vivimos tiempos en los que las palabras no valen nada, en los que los políticos dicen y desdicen a velocidad de relámpago ante la pasividad de sus oyentes, donde todo vale y nada cuenta. Vivimos en el imperio de ese lenguaje trivializado y satinado que no sirve absolutamente para nada y, precisamente, premian a uno de los hombres que más se ha opuesto a que esto suceda. ¡Qué gran contradicción!

Ayer se hizo público el reconocimiento a un hombre que reclama el mimo por las palabras, algo que se ha de hacer a través de la Educación. Un hombre que precisamente confía en nosotros, en los medios de comunicación, para aportar mucho a esa educación, huyendo de fanatismos y sectarimos, contribuyendo a lo que debería haber sido la verdadera globalización más allá del capitalismo: la globalización de la cultura, del proceso intelectual que cuestiona y reflexiona todo. Y en el jurado que ha premiado al profesor Lledó encontramos a personajes como José Antonio Álvarez Gundín, actual director de los Servicios Informativos de TVE.  Pero, ¿es que nadie ve la paradoja?

¿Qué pensará realmente Gundín? A fin de cuentas, forma parte de un jurado que ha premiado a un intelectual que reclama la importancia de la memoria, tanto individual como colectiva, que no concibe la libertad de expresión si no ha habido antes una libertad de pensamiento. ¿Realmente el actual sistema educativo abre las puertas para ello? ¿De veras los telediarios que confecciona Gundín van encaminados a promover esa libertad de pensamiento o, por el contrario, destilan manipulación por los cuatro costados?

Y volvemos, de nuevo, a la Filosofía, porque es el mejor antídoto contra la ignorancia, porque es la escapatoria a la concepción cuadriculada que los de arriba nos quieren imponer. La Filosofía, inseparablemente unida a la importancia de la palabra, es el repelente de esa falsificación colectiva que nos inoculan quienes quieren mover los hilos de nuestras vidas, quienes en lugar de concebir la política como la organización de la vida en común, la trocean y se la reparten como hienas hambrientas.

Qué gran contradicción que el sistema que precisamente persigue que la Educación no sea creadora de libertad, que pretende continuar operándonos (estafándonos) con anestesia (consumismo desenfrenado) premie a quien por encima de todas las cosas no ama lo que enseña, sino a quienes enseña, reconoce la labor de quien considera la política una tarea para hombres decentes.

Bendita contradicción.

 

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