Posos de anarquía

¿Ha perdido Podemos su poder de seducción?

Podemos acaba de cerrar sus primarias y es hora de hacer autocrítica. Lo cierto es que el dato de participación en la toma de una decisión tan crucial para el partido ha sido muy pobre. Apenas un 16% de los inscritos se ha movilizado para votar o, lo que es lo mismo, ha querido encender el ordenador o coger el móvil y votar porque, a diferencia de lo que sucede en otros partidos, Podemos es pionera en la votación electrónica.

A pesar de esa facilidad, apenas 60.000 personas han participado en estas primarias. Desde la cúpula se habla de un censo inflado, pues de los cerca de 385.000 inscritos se estima que muchas cuentas están inactivas; algo que a ciencia cierta se desconoce porque no se ha actualizado el censo. Sea como fuere, las cerca de 60.000 personas que votaron son muchas menos que las 107.000 que votaron para elegir a Pablo Iglesias secretario general del partido.

Si lo comparamos con otras primarias, como las del PSOE, vemos que efectivamente los datos de participación son pobres. En las primarias que elevaron a Pedro Sánchez a secretario general, el porcentaje de participación rondó el 66%, habiendo votado más de 128.000 militantes.

¿Por qué  esta escasa participación toma especial relevancia en Podemos? Porque el pilar, la esencia de Podemos es la participación ciudadana. El origen, el alma de la formación morada es la movilización ciudadana, la ilusión que las personas mostraron en su día en las calles y que con el paso del tiempo da muestras de haberse debilitado. El poder de seducción de Podemos parece haber perdido enteros y, dado que renuncia frontalmente a una confluencia de izquierdas y quiere remar en solitario hacia La Moncloa, si quiere tener éxito tendrá que volver a enamorar.

Si tomáramos el símil de una relación de pareja, la rutina ha deteriorado el noviazgo. Se nos rompió el amor de tanto usarlo, que cantaba la Jurado. Y en cierto modo, eso es lo que ha pasado, que los Círculos, sin los que Podemos jamás habría podido llegar tan lejos, se han visto ninguneados, apartados de las grandes decisiones y, en el caso de las Municipales, olvidados. Cualquiera que se acerque al Círculo más próximo de su localidad y compare la afluencia de personas respecto a hace un año comprobará que ésta ha caído estrepitosamente.

Las Municipales tampoco han ayudado. Durante la campaña, las diversas agrupaciones que tuvieron que adoptar una marca blanca porque Podemos no acudía a las urnas con la suya, se sintieron abandonados, dejados a su suerte a pesar de que seguían bebiendo y apoyándose de la marca que se suponía que no acudía a esa cita electoral. Pasado el 24 de mayo, esos mismos abandonados se encontraron con la sorpresa de que la directiva de Podemos les pedía cuentas, tanto políticas como económicas:

A pesar de pertenecer a un nuevo partido -el creado para presentarse a las Municipales- desde Podemos se les solicitaba parte del sueldo -lo que superara tres veces el salario mínimo- y rendir cuentas sobre las decisiones políticas de ese nuevo partido ante Podemos. Una incongruencia que generó malestar, incluso, entre miembros de los Círculos que no pertenecían al partido marca blanca.

Podemos tiene pocos meses para salir de la rutina y volver a enamorar a su pareja, es decir, la ciudadanía. Que por el partido ya no trabaja ni una tercera parte de lo que lo hacían sus miembros al principio -la caída de los Círculos- es un hecho que le costará mucho más reconducir pero, al menos, Iglesias querrá que la ciudadanía le siga votando para asaltar los cielos... aunque ello signifique haber pactado con el diablo, haber perdido su alma (Círculos). O la formación morada realiza esa autocrítica cuanto antes o lo más cerca que estará de esos cielos, será que está en las nubes... y no es lo mismo.

 

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