El sábado pasado asistí a una asamblea de Ahora en Común en Málaga. La parte más positiva es la cantidad de gente que vi ilusionada, comprometida, con ganas de trabajar por un proyecto común. Gente de todo tipo y formación, desde los más jóvenes a jubilados que hablaban de unidad. Un ambiente, en general, muy positivo.
La parte más negativa es que no ví una asamblea para empujar una candidatura de confluencia, sino un remake de Podemos. Vi a un grupo de gente hablando de recuperar el espíritu de 15M, de realizar asambleas en las calles, de convocar asambleas no sólo comarcales, como era la de Málaga, sino municipales, incluso en barrios. Vi a un grupo de personas clamando contra el neoliberalismo y el bipartidismo, hablando de justicia social y trabajando como una entidad independiente en términos de desarrollo programático, comunicacion y estrategia de expansión y logística.
Confieso que no era, ni mucho menos, lo que esperaba haber encontrado. Durante el desarrollo de la asamblea se pasó del discurso del "ahora o nunca, si no ganamos estas Elecciones Generales, la izquierda no llegará nunca al poder", al "las elecciones no son el objetivo, es la unidad". Ni lo uno, ni lo otro. Cualquiera que haya leído el manifiesto puede deducir que las elecciones sí son el objetivo, lo que sucede es que esa meta no se plantea como un últimatum.
El ascenso al poder para una nueva formación política no se debe concebir como un sprint, sino como una carrera de fondo. De otra manera, ¿cómo gestionarán la derrota llegado el caso? Lo vemos ya con Podemos, en donde alguno de sus senadores habla ya de "magnífico resultado" si se quedara segundo o tercero en las Generales, porque van dándose cuenta de que hablar de fracaso haría muy complicada la travesía del partido durante cuatro años de legislatura.
Ahora en Común se alumbró para impulsar una candidatura de confluencia de partidos de la izquierda, algunos de ellos que ya han manifestado su predisposición a ello. Esa era una de sus grandes fortalezas y una característica que diferenciaba a la iniciativa de Podemos, que prefiere no tener compañeros de viaje. Sin embargo, en la asamblea de Málaga no quisieron oír hablar de partidos y éstos tampoco quieren dar un paso al frente.
El resultado es que se están repitiendo los mismos procesos que ya se realizaron en la formación de los Círculos de Podemos; a fin de cuentas, muchos de los asistentes eran 'ex-Podemos'. El peligro de este proceso es que se está clonando en las 5o provincias españolas (más Cetuta y Melilla), desarrollando programas que, o bien serán demasiado generalistas o bien no beberán de una fuente común y su convergencia no resultará tan sencilla.
¿Dónde ha quedado esa confluencia de partidos de la izquierda? ¿No tendría más sentido que esos partidos de la izquierda se sentaran a la mesa, trabajaran por un programa conjunto, lo presentaran a la ciudadanía y tanto sus propios votantes como los ciudadanos que se quieran sumar confluyeran entonces? Da la sensación de que ninguno de los partidos quiere ser el primero en tirar la piedra para que no parezca que lideran Ahora en Común, pero cuanto más tarden en dar ese paso al frente, peor será.
Para cuando los partidos quieran tener un papel más relevante en la iniciativa, la ilusión, el tiempo y el trabajo de la gente que vi en la asamblea se puede ver defraudado. Muchos de los que vi el sábado sin querer oír hablar de agrupaciones políticas pensarán "ahora que nos hemos dejado la piel para levantar ésto, es cuando llegan los partidos y se suben al carro". Y una de dos, o se descolgarán de la iniciativa o, aún peor, se volverán en contra.
Si los partidos temen ser acusados de querer protagonismo a título individual lo que debería hacer es mantener reuniones discretas para trabajar en un programa común y cuando éste esté perfilado, presentarse, como dice el nombre de la iniciativa, en común, compartiendo el fruto de su trabajo con la ciudadanía para que ésta realice sus sugerencias y propuestas. Eso es una candidatura de confluencia y, todo lo demás, un remake de Podemos destinado, seguramente, al fracaso. Hay tiempo de reencauzar la situación, pero la ventana de tiempo se reduce y, con ello, las posibilidades de que la iniciativa llegue a buen puerto.
Comentarios
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