Posos de anarquía

Héroes anónimos: Santiago el Mayor

Cualquiera que haya seguido estos años de Posos de Anarquía y sus más de 350 artículos sabe que no soy un gran mitómano. No soy del tipo de gente que tiene a grandes personajes públicos como ídolos; soy más admirador de esos personajes intrahistóricos que me hacen recuperar la fe en la condición humana, que me hacen pensar que todavía es posible dar un golpe de timón y cambiar el rumbo de la autodestrucción a la que nos conducen algunos.

En ese sentido, hace mucho que debía un artículo a mis amigos de Left Hand Rotation y al barrio de Santiago el Mayor de Murcia. Los primeros por haberse hecho de la lucha de los segundos y éstos por demostrar, una vez más, que el pueblo tiene más honestidad, integridad y valores democráticos que sus propios gobernantes.

Santiago el Mayor pertenece a Murcia pero, en realidad, es como un pueblito de 9.000 habitantes. El aislamiento en que vive, franqueado al norte por el paso del tren y al sur por la ronda (vía rápida) le han sumido en la marginalidad, con todos los problemas que ello lleva asociados. Sus vecinos llevan 25 años luchando pacificamente por el soterramiento de las vías del tren, amontonando denuncias de 350 euros, acumulando montañas de promesas incumplidas de políticos a los que realmente importa un carajo el barrio.

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Ahora, con la sombra del AVE sobrevolando Murcia, se reaviva aún más la polémica y aunque hay versiones que hablan de un acuerdo entre el ministerio de Fomento y el Gobierno de Murcia para que en 2017 las vías estén soterradas, ya nadie se lo cree. Demasiadas mentiras en el pasado que todavía laceran la fe de los vecinos. Imaginen un muro de cinco metros de altura a lo largo de cerca de cuatro kilómetros... Una suerte de Muro de Berlín que convierte al barrio en carne de cañón para la exclusión, para la pobreza, para el más absoluto abandono institucional.

Los pequeños comerciantes, esos empresarios que se convierten en auténticos héroes para mantenerse en pie, ya no sólo han de lucha contra la competencia de las grandes superficies, sino contra las barreras arquitectónicas y la falta de voluntad política. La dinamización económica de Santiago el Mayor por parte de los políticos brilla por su ausencia y son los propios vecinos los que juntos, a través de las herramientas de transformación social que tienen a su alcance, tratan de salir del pozo.

La situación recuerda, en cierto modo, a aquellos disturbios del barrio de Gamonal (Burgos) en 2014. De hecho, no fueron pocos los que quisieron adoptar la 'estrategia Gamonal' y nadie podría habérselo reprochado. A fin de cuentas, los vecinos de Santiago el Mayor llevan 25 años luchando pacíficamente y no han conseguido nada. Ni siquiera en los años del ladrillazo, cuando las Administraciones se hicieron de oro concendiendo licencias de construcción, hubo voluntad para soterrar las vías del tren que, incluso, llevan por sus vías mercancias peligrosas con el gran riesgo para el vecindario que atraviesan.

Aquellos años del boom económico sólo sirvieron para la especulación, para que a unos cuantos infelices les vendieran pisos prometiéndoles la llegada del AVE y el soterramiento de las vías y hoy esos nuevos propietarios se han sumado al aislamiento. ¿Dónde fue aparar todo aquel dinero con el que en 25  años sí que se podrían haber soterrado las vías?

Resulta descorazonador comprobar de nuevo cómo si protestas pacíficamente nadie te toma en serio y, en cambio, cuando quemas un par de contenedores y en la prensa salta la palabra 'anti-sistema' a tres o cuatro titulares el político sí se mueve. Los vecinos de Santiago el Mayor han resistido hasta ahora a esa tentanción de recurrir a la violencia y eso es algo que tendríamos que dejar de verlo como algo normal y comenzar a verlo como algo extraordinario.

Cuando un político la pifia y, dimite -sí, en España es muy raro-,  sus colegas de partido lo hacen extraordinario, cuando eso sí que debería ser lo normal. Viendo la historia de Santiago el Mayor, parece más que lógico pensar que lo normal sería recurrir a accciones más contundentes que salir todos los martes a protestar bajo la indiferencia de una patrulla de policía local y el olvido de la clase política. Precisamente por eso, sus vecinos son extraordinarios, los admiro y me solidarizo con ellos.

Esos ciudadanos tienen más fe en la democracia que los indignos gobernantes por encima de sus cabezas. Pero la fe, señores políticos, no es inquebrantable y 25 años ya es un plazo suficientemente amplio para que, no sólo tomen medidas ya y cumplan realmente con el anuncio de que para 2017 las vías estarán enterradas, sino que se disculpen con la comunidad por su ineptitud durante un cuarto de siglo... de lo contrario, la bomba de relojería que ustedes mismos han construido detonará. No vengan entonces con la bandera de la Democracia enarbolada criticando las acciones vecinales, porque sólo servirá para amortajar el propio cadáver de la Democracia que ustedes mismos han matado poco a poco.

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