Posos de anarquía

Refugiados: la importancia del lenguaje

El drama de los refugiados. ¿Cuántas veces han leído esta frase en las últimas semanas? Leánla dos veces, acudan de nuevo al mismo periódico del que la extrajeron y busquen la noticia en la que Hungría levanta una valla plagada de concertinas que hacen trizas las manos y los pies de los refugiados. Lean la noticia en la que los refugiados, incluidos los niños, son gaseados en la frontera, el reportaje fotográfico en el que se ve cómo se les arroja comida como a perros, el artículo en el que se describe cómo se les maltrata en campos de refugiados.

¿El drama de los refugiados? No. Drama era que tuvieran que huir de un país en guerra que Occidente había alentado. Lo que ahora están viviendo es la violación de sus Derechos Humanos por parte de la Comunidad Internacional. El lenguaje siempre es importante, pero en este asunto aún más, porque no debemos olvidar que hasta la fecha, la Unión Europea no ha hecho más que incrementar el dolor y la pesadilla que sufren estos miles de refugiados.

Es vergonzoso que el dinero público que todos los europeos aportamos a "este club selecto", como les gusta llamarlo en Bruselas, se esté yendo al bolsillo de unos mandatarios tan mezquinos como ineptos. Y nadie rompe las reglas del juego a pesar de que éstas ya se han roto porque a nadie, en el fondo, les importa un carajo los refugiados. Hungría ha roto la baraja, levantando un Muro de la Vergüenza, imponiendo penas de cárcel a los refugiados o autorizando a su ejército la fuerza no letal. Y el resto de países europeos callados, con tibias críticas pero ni un golpe encima de la mesa, a pesar de que estas medidas unilaterales van en contra del club.

Si Hungría puede salirse a su antojo de ese club en materia de refugiados, ¿por qué no puede hacerlo otro país comenzando a acoger a refugiados de manera masiva sin esperar a una posición común de la Unión Europea? ¿Por qué no priman las vidas y los Derechos Humanos sobre las estadísticas y las primas de riesgo? ¿Por qué ningún Estado tiene el valor suficiente para marcar ese punto de inflexión, de detonar esa carga que ponga al resto de los mandatarios entre la espada de la ciudadanía y la pared?

Se lo diré yo: porque todos son iguales, porque Rajoy, Holland o Merkel no son mucho mejores que Orban, porque tan malo es quien hace daño como el que, pudiendo evitarlo, asume el papel de mero espectador. A menos de una semana de la celebración de la Asamblea General de las Naciones Unidas, éstas deberías cambiar su agenda y dejarla en un único punto: su disolución. Llevamos años esperando a la profunda renovación que el propio organismo ha admitido que se hace imprescindible, pero que nunca llega. El papel de la ONU en esta tragedia, no ha sido mejor y, desde luego, cualquiera de los países europeos que no han movido un sólo dedo cuando los refugiados han sido gaseados ni deberían presentarse en Nueva York.

¿Drama de los refugiados? No, violación europea de sus Derechos Humanos.

¿Campos de refugiados? No, campos de concentración.

¿Solicitudes de asilo? No, reparto de refugiados al peso.

¿Refugiados? No, inmigrantes indeseados.

Hablemos con propiedad y admitamos de una vez por todas la importancia real del lenguaje.

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