Posos de anarquía

Cañizares: cuando la mala hierba habla de trigo limpio

"Esta invasión de inmigrantes, ¿es todo trigo limpio?". La frase no tiene desperdicio, pero si además la pronuncia un representante de la Iglesia católica, tirando con ello por el retrete la piedad que se le presupone, ya es de traca. El problema es que quien lo decía era nada menos que el cardenal Antonio Cañizares, arzobispo de Valencia, que ya nos tiene acostumbrados a discursos polémicos, en los que se ve su carácter reaccionario, más propio de un cura castrense de los que golpean yemas de los dedos con reglas de madera que de un sacerdote del siglo XXI.

Escuchar esta mañana a Cañizares sugerir que los refugiados que llegan a Europa amenazan nuestra propia historia, tacharles de caballo de Troya, quiero pensar que habrá indignado al último de los católicos. ¿Es esta columna un ataque contra el catolicismo, que en los últimos años tiende a identificar las críticas a sus representantes con un ataque a su religión? En realidad no, precisamente es un ataque frontal a quien parece indigno del cargo que ostenta y, desde luego, a todo aquel que lo apoye.

¿Dónde está ahora el Papa Francisco? El mismo que mandó a Cañizares de regreso a España tras seis años en la Santa Sede como prefecto. Uno quiere pensar que al pontífice se le habrán puesto los pelos como escarpias cuando haya llegado a sus oídos un discurso radicalmente opuesto al que él mismo predica. ¿O de veras seguimos únicamente con el marketing?

Cañizares no tiene derecho a hablar de trigo limpio cuando él mismo es mala hierba, tanto para la Iglesia como para la misma sociedad. Un tipo que ha llegado a decir que "es peor abortar que abusar de niños", que ha asegurado que el aborto no es compatible con la ecología integral o que "lo joven es defender la vida y el matrimonio de hombre y mujer, lo demás es vejestorio", ¿qué respeto me puede merecer? ¿Qué legitimidad le da para hablar de ese modo de los cientos de miles de personas que huyen de una guerra provocada por Occidente que ahora mira hacia otro lado?

¿Por qué debemos siquiera prestar atención a este personaje en blanco y negro que al tiempo que luce una ostentosa magna capa es capaz de hablar de ayudar a los pobres? ¿De veras le vamos a dar esa satisfacción? No, no lo hagan y, precisamente por ello, cortemos aquí esta reflexión, quedado como broche únicamente que la mala hierba se arranca y se deshace uno de ella. Bien sabemos todos cómo.

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