Posos de anarquía

Nóos: juicio a la Justicia

El juicio por el caso Nóos no es sólo un juicio mediático, como se evidenció ayer, por el hecho de que la sombra de la corrupción se cierna sobre la Familia Real (y no hablo sólo de la infanta Cristina); no es sólo un juicio a ella, a su marido, a Diego Torres y a otra lista de imputados con el omnipresente Matas cuando se habla de corrupción. No.

Es un juicio a la Justicia al que tienen que hacer frente las tres magistradas, Samantha Romero, Eleonor Moyà y Rocío Martín, que son quienes juzgan este caso. Ellas representan el último bastión del lema 'la justicia es igual para todos', dado que tanto la Abogacía del Estado como la Fiscalía han demostrado que ellos sí han sido permeables a las presiones de la Casa Real y el Gobierno.

Romero, Moyà y Martín han de ser juezas dignas de admiración, han de ser quienes el próximo 9 de febrero, cuando se reanude el proceso, recuperen la senda que ya emprendió José Castró en la instrucción, representando el ideal de la Justicia: un magistrado que mira más allá de cargos, influencias y presiones y se limita a juzgar los hechos. De aplicar la doctrina Botín, en contra de la cual está el propio Castro que considera que sería inaudito recurrir a ella, la Justicia ya no sería igual para todos.

Escuchar ayer a la Abogacía del Estado asegurar que Hacienda no somos todos, que aquello no era más que un eslogan publicitario fue indignante. Y ello a pesar de que venimos años comprobándolo como se han encargado de ello los Pujol, Rato, Caballé, Bertín Osborne, Messi, la familia Areces (El Corte Inglés), Lorenzo Sanz... y un largo etcétera encabezado por el propio Montoro, que alumbró una amnistía fiscal que permitió blanquear dinero, incluso, procedente de la trata de personas y del tráfico de armas o de drogas sin rendir cuentas de su origen.

Ver ayer cómo la Abogacía del Estado y la Fiscalía actuaban como abogados de oficio de la infanta Cristina, la 'boba enamorada' que no se enteraba de nada mientras disfrutaba del dinero fresco que entraba en casa, fue bochornoso. Quizás por eso el rey Felipe VI se recluyó en la Zarzuela, huyendo de actos públicos en los que el pueblo le sacara los colores con gritos legítimos contra una Corona presuntamente corrupta.

Nadie pide ensañamiento contra la infanta, pero tampoco trato de favor como se está pretendiendo tener. Tan sólo se pide que la 'Justicia sea igual para todos', que esa máxima no se consolide también como un mero eslogan publicitario porque, de serlo, haría perder la fe en el Estado de Derecho y, cuando eso sucede, hay quien puede estar tentando de tomarse la justicia por su mano. Ojalá realmente en el caso Nóos, en este juicio a la Justicia, ésta sea absuelta; de lo contrario, nos condenará a todos un poco.

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