Posos de anarquía

Super Rivera, el héroe selectivo

Albert Rivera viaja a Venezuela para luchar contra las injusticias. Enfundado en su traje naranja neoliberal, el líder de Ciudadanos no tiene claro si hoy le dejarán entrar en el país iberoamericano, pero lo que sí tiene claro es que hay que combatir a Maduro y, especialmente, al chavismo, sin distinguir sus aspectos más positivos de los negativos. Hay que arrasar como Atila, demonizando todo lo que se pueda al germen del nuevo socialismo, agitando así los fantasmas del comunismo.

Rivera está convencido de que su campaña electoral gana más peso e identidad en Venezuela que en España. Eso delata que teme más a la convergencia de la izquierda Unidos Podemos que a PP o PSOE. ¿Por qué? Sencillo, porque a lo único que aspira el candidato de Ciudadanos es a conseguir los votos suficientes para ser el socio clave que mantenga el bipartidismo en el poder.

De esta manera, el superhéroe del Ibex 35 sólo ve injusticias en Venezuela y no en la propia España, con el capitalismo que defiende, o en Europa. Su super-visión neoliberal no acierta a detectar que buena parte de la pobreza que se da en Iberoamérica viene dada por la especulación de las grandes multinacionales alimentarias, que sus grandes defensores fácticos, esto es, el Ibex 35, son los grandes defensores de los paraísos fiscales que no están únicamente en Panamá, también en Luxemburgo gracias, en gran medida, al que ahora es presidente de la Comisión Europea,. Jean-Claude Juncke.

El super-oído de Rivera no oye los gritos de protesta masiva contra el TTIP, ese acuerdo comercial negociado en secreto entre EEUU y la Unión Europea, profundamente antidemocrático y que vendrá a demoler nuestras libertades civiles. Mientras Super Rivera se enfunda su capa naranja en Venezuela, en Bruselas sus eurodiputados votan a favor del TTIP o, incluso, de que se penalicen duramente las filtraciones, esas que han descubierto, por ejemplo, los Papeles de Panamá.

Super Rivera es selectivo. No es el único, porque está en disposición de montar la Liga de los Neoliberales con otros superhéroes como Super (Felipe) González, otro cuyo socialismo se ha vuelto tan selectivo que ya no es socialismo.

Quizás es que ninguno de los dos son héroes, quizás son villanos.

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