Posos de anarquía

El valor de la palabra

El valor de la palabra no existe. Se ha perdido. Da igual donde miremos, a qué esfera nos remitamos, se ha perdido, se evaporó. Inevitablemente, la mente se nos va al presidente de Murcia, a cómo se aferra a un cargo a pesar de que él mismo había prometido su dimisión si era imputado. Es un incumplimiento más de la palabra en el ámbito de la política, donde decir la verdad, donde comprometerse a algo y cumplirlo resulta cada vez más extraño.

No voy a subir los impuestos, pero los subo; no es no, pero luego es sí; seremos un partido horizontal y ya hemos adoptado la vertical... da igual donde miremos, que la palabra se ha perdido... y no sólo en política.

Se ha perdido, incluso, ante los ojos de la Justicia y vemos que la palabra, esta vez traducida en firma, tampoco vale nada. Asistimos a cómo una infanta de España se va de rositas penalmente porque firmó y, por tanto, autorizó los actos delictivos por los que su marido irá a prisión... y no pasa nada. Una alega que estaba enamorada, que no prestaba atención a esos asuntillos y ya está... ojalá la Justicia y el Gobierno dieran el mismo valor a la firma a quienes suscribieron preferentes o cláusulas suelo... pero ahí no. ¿Por qué? Bueno, porque l@s polític@s se comprometieron a protegernos de esa injusticia y, sí, lo han adivinado, la palabra no vale nada.

Hace unos días, una columna de Risto Mejide se hizo viral. En ella, el publicista criticaba a ese puñado de personas corruptas que continúan con esa sensación de impunidad. Era una columna premeditadamente sembrada de exabruptos, de palabrotas y lenguaje grueso para, a pesar de estar muy bien pensada, muy bien escrita con la cabeza, pareciera que estaba escrita con las entrañas. El objetivo se alcanzó, se viralizó... Por algo Mejide es publicista...

Sin embargo, nadie de l@s que compartieron ese artículo recordó cómo el propio Mejide defendió en el pasado a empresarios como Amancio Ortega (Inditex), del que llegó a decir que era un héroe... como también dijo lo mismo de Juan Roig (Mercadona).  ¿Se han esfumado esas palabras? ¿Se nos olvidó que en las empresas de Ortega se precariza el empleo, que ha estado involucrado en talleres de semiesclavitud fuera de España o que era uno de los empresarios más amigos de la elusión de impuestos desviando las compras online a través de Irlanda, por ejemplo? Ese es el héroe de Mejide.

Se ha perdido el valor de la palabra y, con él, el de la memoria. Recupérenlo, está en su mano, no sólo exigiendo su cumplimiento a toda aquella persona que se comprometa a ello o, al menos, ignorándolas cuando hayan dado prueba de repetidos incumplimientos, sino también con ustedes mism@s. Las personas dicen "te quiero" con el mismo automatismo que "buenos días" y, a partir de ahí, barra libre para lo demás. No caigan en eso.

Más Noticias