La entrevista a Luis de Guindos que publica hoy Cinco Días es una bofetada de realidad a esas personas ingenuas que de verdad creen que España mejora sustancialmente, que el nivel de vida a pie de calle se está recuperando; esos que, como denunciaba hace unos días, parecen no haber escarmentado. El ministro de Economía hace gala de su más inquietante neoliberalismo, de ese capitalismo depredador que devora a la clase trabajadora.
España engrosa la lista de países a lo largo de la Historia que prueba que bajar los salarios -o la 'moderación salarial', en su lenguaje manipulador- no contribuye a reducir la tasa de desempleo. Que España haya bajado del 27 al 17%, no se debe a la bajada de sueldos, sino a la precarización del empleo y la temporalidad.
Aunque ya se siente lo suficientemente acorralado por la realidad como para tener que admitir que "la evolución salarial no debe ser ya la de una economía al borde del colapso", el responsable de Economía no duda en afirmar que "sería un error incorporar el repunte de inflación que hemos vivido en estos meses a los salarios".
Dicho de otro modo, que no les engañen los cantos de sirena ni nadie crea que el mensaje de De Guindos trae consigo una subida salarial. Nada más lejos de la realidad. El ministro habla de "normalizar" y, además, de ajustar los salarios a la productividad. ¡Qué gran falacia del neoliberalismo!
Parece mentira que en esas mismas escuelas de negocios de donde salen personajes de esta calaña se produzcan estas contradicciones y las masas aborregadas las sigan a pies juntillas. En esas escuelas, se habla de la gestión del talento, del compromiso del trabajador con la empresa, lo que ahora de denomina el engagement. ¿De veras creen que ligar salario a productividad favorece ese compromiso?
¡Qué gran error de gestión! La ecuación es inversa: si l@s trabajador@s se siente cuidad@s, si se ven recompensad@s justamente por el trabajo que desempeñan, serán las primeras personas que mimen a la organización, se convertirán sus mejores prescriptor@s. Ligar su salario a la productividad -que sale de descontar los costes, de los que hay que deducir los sueldos astronómicos de la alta dirección-, empapa a toda la empresa de un tufo esclavista atroz.
Continúa De Guindos, en esa lógica neoliberal que nos ha conducido a niveles de miseria jamás vividos en España desde la posguerra, indicando que "la subida no puede ser uniforme, tiene que haber dispersión", es decir, que sea cada empresario, en función de cuánto quiere embolsarse, el que juegue con el pan de las personas y sus familias.
Para cualquiera mínimamente informad@, la entrevista al ministro de Economía, lejos de tranquilizar, debería mantenerle en guardia, porque constata en manos de quién está nuestro pan. No olviden que la dignidad es suya y solo suya. No la pierdan ni dejen que se la arrebaten.