Posos de anarquía

Diada 2017: la memoria de una derrota para anhelar una victoria

Hoy se celebra la Diada Nacional de Catalunya que, en realidad, conmemora una derrota, la que sufrieron en 1714 las tropas del archiduque Carlos de Astria ante el ejército de Felipe V de Borbón. Dos años más tarde se abolirían las instituciones catalanas. No deja de ser paradójico que el recuerdo de una derrota catalana ante los Borbones sirva para intentar reivindicar una victoria deseada para el referendum del próximo 1 de octubre.

Han pasado cinco años desde aquella primera Diada masivamente multitudinaria que reivindicó la independencia para Catalunya. Desde entonces, las paradojas como la que hoy vivimos se han ido sucediendo. Desde la Administración de Mariano Rajoy, ese modo de gobernar desgobernando, inoperante, sin tomarse tan en serio como ahora el problema catalán durante cinco largos años, lo que ha recrudecido la situación.

Desde la Generalitat, embarcándose en un proceso sin garantías, por momentos incluso cómico, con ese llamamiento a imprimir las papeletas desde casa... Un auténtico despropósito que, si de algo ha servido tras el bochornoso espectáculo de la semana pasada, es para que se bajen del barco muchas personas que estaban convencidas del SÍ al referéndum y ahora, ni siquiera votarán.

Este hecho no se les escapa a Carles Puigdemont o Oriol Junqueras, pero es demasiado tarde para dar marcha atrás. De esta manera, la consulta del 1 de octubre se ha convertido en un acto de desobediencia civil e institucional, un modo de poner contra las cuerdas al Gobierno de Rajoy, que suda frío sólo con la idea de que circulen por el mundo imágenes del ejército por las calles catalanas... en las últimas semanas, se han ido incrementado los efectivos tanto de Policía Nacional como de Guardia Civil y en un par de días tropas del Ejército se desplegarán en seis municipios distintos del Alt Empordà (Girona) para realizar maniobras militares.

Y Rajoy suda frío porque sabe que, de llegar ese punto, él tendrá una elevada cuota de responsabilidad por no haber hecho absolutamente nada en cinco años para resolver un problema que se percibe por todos los españoles: el modelo de Estado actual hace aguas por todos lados, desde la gestión de competencias al modelo de financiación. No se quiere abrir el melón de un proceso constituyente necesario para resolver esta situación por, entre otras cosas, no poner en riesgo la Corona. Seguimos secuestrados por una Carta Magna caduca y obsoleta.

Veremos si la Diada de 2017 se convierte de veras en un acto de fuerza respecto a la de años anteriores. Así debiera ser para respaldar la consulta del 1 de octubre porque, de contar con menor apoyo, la derrota segura será aún más dolorosa. Y la derrota la doy por segura porque, más allá del resultado, las garantías del proceso y la participación no pueden desligarse de ese resultado; tanto si gana el SÍ como si gana el NO, es un plebiscito ficticio. No debiera de haber sido así, pero quienes dicen defender la democracia han impedido, incluso, realizar una consulta no vinculante. Paradojas.

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