Posos de anarquía

Hijo mío, no violes

Después de que la sentencia y posterior puesta en libertad de La Manada nos indignara a cualquiera con dos dedos de frente, hemos podido seguir comprobando cómo España tiene mucho que avanzar. La cultura de la cosificación de la mujer está demasiado enquistada en ciertos sectores. Una de las últimas atrocidades, el club de fans en Facebook de El Prenda, uno de los animales de La Manada.

Ni tuvo demasiada repercusión -especialmente, comparado con su repulsa- ni tampoco tiempo de vida, porque desapareció más pronto que tarde. Sin embargo, ahí está, alguien lo creó y algunos centenares lo apoyaron. Hace falta tener la sesera muy hueca para hacer algo así, pero es la España que tenemos.

Parte del recorrido que tenemos que caminar es con nuestros hijos. Cuando la sentencia consideró que no se había producido violación, apuesto a que miles y miles de padres y madres -sobre todo, madres- tuvieron una charla con sus hijas. Una conversación nada sencilla, porque es complicado transmitir que una no puede ser como se es porque la ley nos nos ampara, porque con sentencias como la de la Audiencia de Navarra deja en la más absoluta indefensión a las mujeres.

La complejidad de esa conversación es terrible, porque encontrar el equilibrio entre la cautela -dada la indefensión- y el terror es una empresa complicadísima. Pero la Justicia nos ha obligado a hacerlo, por mucho que busquemos rebelarnos apoyad@s en el grupo, en ese círculo de amig@s de confianza que sabes que no te dejarán nunca tirad@, que si vienen mal dadas acudirán en tu ayuda.

Lo que también apuesto es que las conversaciones con los hijos fueron casi inexistentes. ¿Cuántos padres y madres se sentaron con sus hijos para explicarles que no es no? ¿Cuántas conversaciones se centraron en el varón y en cómo ha de comportarse? ¿Quién explicó que si una mujer se ha tomado dos copas sigue siendo dueña de su cuerpo? ¿Acaso se le contó a esos hijos que una mujer puede vestir como le salga de las tetas sin que ello se vea como una provocación?

El problema, definitivamente, lo tenemos los hombres, porque ante la misma mujer con ropa ceñida, gran escote y minifalda (por describir un tópico), los varones heterosexuales responderán de un modo más zafio que las mujeres lesbianas, a pesar de que su deseo se encamina en la misma dirección. Háganselo mirar.

Si criticamos que la Justicia, el sistema criminalizan a la víctima, no hagamos nosotr@s lo mismo con nuestras hijas, no hagamos caer el peso del cambio social en que la mujer ha de ser más recatada, no desinhibirse y beber con moderación. NO. En su lugar, enseñemos de una vez por todas a los hombres, a nuestros hijos, que han de respetar a las mujeres, que el sexo es maravilloso cuando es consentido y disfrutan todas las partes. Esa conversación, es un paso de gigante. Ni habría Manadas ni mucho menos clubes de fans.

Más Noticias