Posos de anarquía

Presión y dinero, el negocio redondo de la migración para Marruecos

Presión y dinero, el negocio redondo de la migración para Marruecos
Migrantes en la madrugada de este lunes tras cruzar la frontera del Tarajal entre Marruecos y España. REUTERS

La alerta terrorista en Tinduf (Argelia) lanzada por el Ministerio de Asuntos Exteriores español apesta. Tinduf es el aeropuerto de referencia para quien vuele a los campamentos de refugiados saharauis, donde quienes fueron un día ciudadan@s español@s llevan más de cuatro décadas abandonad@s en el desierto por España, con su monarquía a la cabeza. ¿Cómo es posible que ni Argelia ni el Frente Polisario ni la ONU con sus soldados desplegados por toda la zona tengan constancia de esa alerta terrorista?

El hecho de que ésta se lance, precisamente, un día después de la visita del ministro Asuntos Exteriores de Marruecos, Nasser Bourita; que estemos a las puertas de que decenas de cooperantes, activistas y familiares viajen a los campamentos de refugiados sahararuis y que éstos sean el escenario de la celebración del XV Congreso del Frente Polisario (el primero con Brahim Gali al frente, tras la muerte del líder histórico Mohamed Abdelaziz) del 19 a 21 de diciembre todavía hace la alerta más sospechosa.

Todo indica a Marruecos y un nuevo intento por estrangular aún más al pueblo saharaui, toda vez que ya ha ampliado el expolio de la tierra ocupada ilegalmente para también convertirla en la nueva huerta de Europa. Sobre este hecho, no me extenderá más, porque las señales son cristalinas y ya existen numerosas publicaciones al respecto.

Sí lo haré en cambio con los instrumentos de presión que utiliza Marruecos: los flujos migratorios de personas que huyen de las guerras, los expolios y el hambre que Europa, China y EEUU provocan en sus países de origen. Cada vez que Marruecos no ve satisfechas sus demandas, ya tengan que ver con el Sahara o con los acuerdos de pesca con la UE, que violan el Derecho Internacional al incluir caladeros que pertenecen legítimamente al pueblo saharaui, abre sus puertas para nuevas oleadas de migrantes, bien con pateras o saltando las vallas de Ceuta y Melilla.

Mohamed VI es tan astuto como mezquino: ¿se imaginan nuevas avalanchas de migrantes llegando a España con un gobierno en funciones en plenas negocaciones para conformar esa coalición progresista? Eso es algo que no pueden permitir en La Moncloa y, así, no dudan en lanzar alertas sobre las que otros agentes implicados en la zona no tienen conocimiento alguno.

Este artículo no sólo quiere llamar la atención sobre cómo Marruecos utiliza la migración como medida de presión, sino también como una importante fuente de financiación. Si se revisan las cifras, desde 2001 la Unión Europea ha aportado a Marruecos, sólo en proyectos relacionados con la seguridad fronteriza, alrededor de 215 millones de euros. En la primera década (2001-2010) se gastaron 68,6 millones de euros y, desde entonces más de 140 millones de euros se han desviado hacia las arcas de Mohamed VI para proyectos que están actualmente en curso.

Buena parte de estos fondos se inyectan como ayuda al desarrollo, aunque es el ministerio del Interior marroquí el receptor. Y aquí encontramos otra anomalía –por ser diplomático en el lenguaje- por el artículo 208 del Tratado de Funcionamiento de la UE establece que "la política de cooperación al desarrollo de la Unión tendrá como objetivo principal la reducción y, a largo plazo, la erradicación de la pobreza". Nada se indica acerca del control fronterizo, que es el fin que está encontrando esta línea de financiación.

Marruecos ha convertido el control de la migración de personas en un negocio y, mientras, tanto España como la UE miran para otro lado, sin ni siquiera admitir que están contribuyendo a que las fuerzas de seguridad marroquíes violen los Derechos Humanos de estas personas en la frontera. Tan sólo importa que la brecha se cierre, cueste lo que cueste, ya sea en términos económicos o humanitarios.

En la actualidad, Marruecos cuenta con dos satélites militares, vallas en su frontera con Argelia, un muro minado en el Sáhara Occidental 60 veces más largo que el de Berlín y sólo en ese punto, en el que ha dividido a familias enteras del pueblo saharaui, alrededor de 150.000 soldados. ¿Necesita más de 200 millones para su control fronterizo?

Desde Europa ni siquiera se plantean si no sería más lógico que, en lugar de soltar chorros de dinero a Marruecos para impedir que las personas migrantes crucen el Mediterráneo, se destinaran a la recepción e integración de personas migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo en Europa. Estaría mejor gastado, sin duda. Mientras la UE se asegura que parte de este dinero Marruecos lo destina a proyectos de integración, así como a la asistencia a los migrantes que son más vulnerables, sobre todo mujeres y menores, ¿quién ha visto el resultado de alguno de estos programas? ¿Cuántos testimonios existen de, por ejemplo, migrantes senegales que se hayan beneficiado de estos programas en Marruecos?

Parte del problema reside en que en Europa (con España a la cabeza como país fronterizo), no existen sistemas eficaces de seguimiento, informes y evaluación de todos estos fondos que se desembolsan. Un reciente informe de Statewatch denuncia cómo la Comisión Europea se niega sistemáticamente a compartir documentos que informen y evalúen las acciones de la seguridad fronteriza marroquí financiadas por la UE. No se cuenta, pues, con un escrutinio exhaustivo de estas acciones, lo que imposibilita un debate limpio y justo. Sólo importa convertir a Marruecos en tapón. Mohamed VI lo sabe, lo utiliza y, de paso, se llena los bolsillos de la chilaba.

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