Posos de anarquía

Arrimadas, la mutación de la misma bacteria que arrasó con Cs

Arrimadas, la mutación de la misma bacteria que arrasó con Cs
Inés Arrimadas explica en el Congreso su reunión con Pedro Sánchez. (FERNANDO VILLAR | EFE)

Mientras sufre una sangría de votantes hacia Vox, Ciudadanos continúa sin ser consciente del nuevo espacio que ocupa. Disponer de 10 diputados en el Congreso significa no alcanzar siquiera el 3% del hemiciclo, dicho de otro modo, su papel es residual porque así lo han querido l@s español@s. Meter la basura bajo al alfombra y reforzar el autotitarismo interno que impuso Albert Rivera es la fórmula con la que Inés Arrimadas puede estar cavando su propia fosa política.

Desde que fue pública la intención de Arrimadas de ser la sucesora de Rivera, mi gozo se disparó. Aquel movimiento, lejos de regenerar el partido, parecía condenarlo aún más, lo que sin duda es una buena noticia dado el perjucio que ha provocado al país con su radicalismo. ¿Qué sentido tiene poner al frente del partido a quien contribuyó decisivamente a su debacle? Ella, junto con buena parte del resto de la dirección de Cs, siguieron a pies juntillas los caprichos y vaivenes de Rivera, que pasó de poder ser vicepresidente y de veras poder cambiar el país a su criterio a llevar a la formación al borde de su desaparición.

Arrimadas no es consciente de su rol, se cree decisiva y propone pactos a tres como si diez granos de arroz pudieran cambiar el sabor a una paella. De lo que sí es consciente es de lo cuestionado de su liderazgo por, entre otros, los motivos arriba esgrimidos. Así quedó demostrado con los audios de una de sus juntas en las que llovían los cuchillos, evidenciando las diferentes posturas que se dan en el seno de la dirección del partido. ¿Qué ha hecho ella? Borrar cualquier rastro de ese enfrentamiento en las actas.

Sentencias en aquella reunión como las del exdiputado por Asturias Ignacio Prendes cuando señalaba que "Albert asumió su responsabilidad, y todos los que estábamos con él en el Comité Ejecutivo deberíamos irnos también. Debemos todos asumir responsabilidades" se han esfumado del acta. Tampoco aparecerá "hoy he vivido algo bochornoso en este Consejo General", que Francisco Igea, vicepresidente de la Junta de Castilla y León, denunció en referencia a aquella reunión.

Y mientras Arrimadas retoma el timón autoritario de Rivera, sacudiéndose de en medio a quienes no son afines, la militancia reclama unas primarias limpias, algo que las decenas de cargos electos que han dimitido desde que Cs se abrió al panorama nacional han reclamado.

Ciudadanos está enfermo y Arrimadas, definitivamente, no es su cura; actúa más bien como una mutación de la misma bacteria que arrasó con el partido. Quienes no vean eso seguramente serán las mismas personas que encumbraron a Rivera a la cima mientras éste se convertía en un líder veleta que, cuando finalmente encontró su norte, éste marcaba hacia la derecha más radical.

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