Posos de anarquía

Monarquía rota

Monarquía rotaMás de 11.100 personas contagiadas  y medio millar de fallecidas han hecho falta para que el Jefe de Estado se dirija a la nación. Bastaría esta frase para justificar el titular de este artículo; ni siquiera tendría que prolongarlo más líneas, pero lo haré, porque es necesario canalizar la indignación que España siente contra el Borbón.

Este miércoles Felipe VI protagonizará un discurso extraordinario, como aquel desafortunado 3 de octubre de 2017, en uno de los momentos más tensos tras el referéndum en Catalunya. El motivo es la crisis del coronavirus, durante la cual la Casa Real se ha borrado literalmente del mapa. Desde el pasado 11 de marzo, la agenda del monarca se ha paralizado y, a pesar de ello, a pesar de ver cómo se decretaba el estado de alarma en el Estado del que es jefe y cómo morían centenares de personas, ha permanecido a buen recaudo en su palacio.

Ni una sola comunicación, ni siquiera un tuit... nada. Silencio absoluto en toda la crisis, a diferencia de lo que han hecho otros monarcas en Europa. Felipe VI no ha estado a la altura y, como apuntaba recientemente el catedrático de Derecho Constitucional Javier Pérez Royo, ya es hora de que "España ajuste cuentas con su monarquía", que ya tiene muy complicado sobrevivir.

Esta monarquía está rota; incluso las personas que se sientan más monárquicas, incluso esa extrema-derecha rancia que utiliza impropiamente la figura de rey, han de admitir que Felipe VI no ha estado a la altura en esta crisis; no le ha llegado ni a la suela de los zapatos al pueblo español.

Si a esta dejación de funciones, si a esta asunción de su papel feudal y antodemocrático que lo posiciona por encima del bien y del mal, añadimos el hedor a corrupción que desprende el Palacio de la Zarzuela por sus cuatro costados, la conclusión es clara: el único comunicado que queremos escuchar es el de su abdicación y solicitud al Gobierno, una vez superada esta crisis sanitaria, de un referéndum que dé la oportunidad a la nación de elegir su modelo de Estado.

Al final, van a tener razón quienes decían que la monarquía cohesionaba España y era un elemento de unión: efectivamente, hoy, la España decente, esa España honesta y que defiende la democracia repudia al Borbón como él, en un intento de escapar hacia arriba, repudió a su padre hace unos días.

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