Posos de anarquía

Negacionistas de la inteligencia

Negacionistas de la inteligencia
Negacionistas ayer en Colón / EFE/ Fernando Alvarado

He de admitir que, tras ver las imágenes de la manifestación negando la pandemia del COVID-19 que tuvo lugar ayer en la Plaza de Colón, he de hacer esfuerzos por contener mi lenguaje. Intento ponerme en los zapatos de un/a profesional sanitari@ y no consigo terminar de hacerme una idea de la ira, la impotencia y la frustración que esos miles de personas les habrán provocado. Quizás en esta segunda oleada tenemos que dejarnos de los paternalismos del Gobierno y la candidez mediática y comenzar a publicar las imágenes y los testimonios de ese personal sanitario al que seguimos olvidando a día de hoy después de todo lo que han hecho por nosotr@s.

Más de 21,6 millones de casos positivos y unas 775.000 personas muertas en todo el mundo tiran por tierra los argumentos de quienes ayer se concentraron en Colón. Es cierto que esta pandemia trae consigo un puñado de contradicciones, de palos de ciego, de falta de transparencia... Sin embargo, de ahí a negar los efectos del coronavirus, minimizar el riesgo sanitario y saltarse todas las medidas de protección hay un buen trecho.

Por citar un ejemplo, no parece lógico que limitemos las reuniones sociales a diez personas y a escasos veinte días de la vuelta al cole mantengamos unas ratios de 25 alumn@s por clase. Es una de las muchas contradicciones que nos ha traído la gestión de esta crisis sanitaria. Hay más, como el veto a la cultura mientras se ha tenido manga ancha con los transportes o la hostelería. Si las negáramos nos convertiríamos en negacionistas también porque, esto del negacionismo es contagioso.

Tan negacionistas de la inteligencia son l@s apelotonad@s sin mascarilla ni distancia de seguridad ayer en Colón como quienes no se cuestionan la narrativa contradictoria y opaca que nos llega de esta pandemia. Ojalá no tuviéramos una segunda oportunidad para resolver ambos tipos de negacionismo, pero la tenemos. La cifra de contagios crece en todo el mundo, se acelera y, a las puertas del otoño, hace temer lo peor. En esta segunda ola del COVID-19, ese que decían que con la llega del calor nos daría tregua, hemos de abandonar los mensajes edulcorados, los paternalismos gubernamentales. Menos aplausos y más imágenes de enfermos intubados boca abajo; menos discursos diarios pasando la mano por el lomo a una ciudadanía confinada y más realismo con las cifras de personas que han muerto y que van a morir.

Y, para otro artículo, dejamos el análisis de dónde estaba ayer en Colón la policía que vemos en un desahucio o en una concentración estudiantil... Leer que ahora se investigará lo sucedido en Madrid es más propio de un guión cómico que de una Administración seria.

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