El pasado mes de septiembre, el
El consejero de Presidencia y portavoz, Elías Bendodo (PP), ha repitido hasta la saciedad el estribillo de que la Junta se anticipaba a los problemas, que el coronavirus no pillaría a contrapié a la Junta. Hoy, con unas de las peores cifras de España, sabemos que Málaga (a ritmo de 400 contagios diarios) tendrá que recibir pacientes tanto de Granada como de Sevilla. El vicepresidente Juan Marín (Cs) admite el descontrol de la pandemia por parte de su gobierno y reclama el confinamiento domiciliario para Granada. Es una prueba más de que no se han hecho los deberes.
Creían que regalar bonos de 100 euros para el personal sanitario que se alojara en la Costa del Sol y unas cuantas esculturas repartidas por las capitales andaluzas bastaban para agradecer su profesionalidad y Moreno Bonilla ha demostrado tener su cara más dura que el mármol de la obra de
.El presidente de la Junta, en la inauguración de una de estas esculturas, aseguró que su gobierno iba "
sobre traslados, régimen de turnos, descansos y vacaciones, pudiendo obligar a las personas mayores de 55 años a realizar guardias (exentas hasta ahora).El desgaste de una plantilla diezmada se incrementa porque nadie sabe a dónde han ido a para los millones que desde el gobierno central llegaron con el único fin de reforzar el sistema sanitario. El revuelo en el sector ha sido de órdago, viendo cómo la Junta avanza que contrará a dedo a estudiantes de último curso y que cualquier facultativo, independientemente de su especialidad, podrá ser obligado a atender a pacientes de COVID-19.
Los sindicatos en bloque, desde CCOO y UGT al Sindicato Médico, CSIC y Sindicato de Enfermería SATSE han puesto el grito en el cielo y el consejero de Sanidad, Jesús Aguirre, que recientemente aseguraba que cuando le llamó Moreno para el cargo "en tres días ya teníamos montado el 'staff' de la consejería, todos amigos míos", se abre al diálogo. Sin embargo y visto su historial todo indica que será más bien un monólogo, una reunión meramente informativa que plantea que "son lentejas, o las comes o las dejas".
Ya no hay aplausos, esos que inspiraron las esculturas de mármol y que, en lugar de ese gesto, debería representar un dedo corazón enhiesto sugiriendo 'la peineta' que parece estar haciendo Moreno a la Sanidad Pública. Ya no sólo en Andalucía, sino en toda España, el silencio de la ciudadanía ante esta situación generalizada en todo el país es alarmantemente abrumador. El pueblo ya llega tarde, más aún que las propias Administraciones, que si algo han demostrado es que su ineptitud es letal.