Punto de Fisión

Perdonen las disculpas

No he podido ver completa la video pastoral del PSOE pidiendo perdón a sus feligreses porque cada vez que lo he intentado, me atragantaba con un ataque de risa. Dicen que lo protagonizan afiliados de base y algunos concejales y que hasta lo ha apoyado Carme Chacón con una corona de santa, pero yo me frotaba los ojos todo el rato preguntándome si semejante disparate iba en serio. No cabe otra posibilidad más que la chufla, la coña marinera. ¿Son auténticos dirigentes del PSOE o monaguillos contratados por horas? ¿De verdad luego Carme Chacón no se descojonó viva? Y Rubalcaba ¿qué piensa de todo esto?

El hito histórico es que, por primera vez en lo que llevamos de democracia (y quizá en toda la historia de España) un político se atreve a reconocer que se ha equivocado. En un país donde el honor calderoniano sigue vigente como único código de circulación ética esto sería una noticia cojonuda, salvo por el pequeño detalle de que aquí no hay ni hubo nada que perdonar. Ni de lo que arrepentirse, salvo de haberles votado. No se puede perdonar el interminable desvarío de dos legistaturas que no fueron un error ni un despropósito sino una auténtica masacre. Lo único que podría dar algo de credibilidad a esa ridícula sarta de golpes de pecho sería ver a Zapatero y a Rubalcaba flagelándose mientras hacen el camino de Santiago de rodillas y con un cilicio en el escroto. Porque ni así pagarían todo el daño que han causado al dejar el país hecho un estercolero, la oposición desguazada, su propio partido descabezado, más de cuatro millones de parados y todas las excusas listas para que la siguiente pandilla de cuatreros no tuviera más problemas que ponerse de inmediato a desmantelar los bienes públicos hasta los cimientos.

Todo el tufo monacal y eclesiástico que desprende este burdo penitenciagite avala la catastrófica gestión, durante ocho años, uno detrás de otro, de un iluminado con carné de mesías que desde el principio no resultó nada más que un vendedor de buñuelos. En efecto, para desgracia nuestra, Zapatero no ha sido más que el Juan Bautista chiripitifláutico que anunció la venida de Mariano Manostijeras, es decir, la prolongación del caciquismo por otros medios. El buen rollito, los brotes verdes y las frases huecas no preludiaban más que gases, lo mismo que el tufo sigue al pedo. El PSOE y el PP no esconden (nunca lo hicieron salvo en el teatrillo del hemiciclo) otra cosa que una pantomima de discrepancia donde se van pasando el poder como el que se pasa un garrote o una gonorrea. Tal vez la triste docena de matados que salen ejerciendo de pasmarotes hasta se crean realmente esa homilía que recitan con más de un lustro de retraso y un piano de fondo que suena igual que un tonto dándose cabezazos contra una pared. Una fe que sería, tal vez, lo más lamentable de todo, pues el video no resultaría más falso ni con una canción de Pimpinela.

 

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