Punto de Fisión

Geyperman presidente

A mí la foto de Mariano trabajando en su despacho me ha enternecido mucho. De inmediato me he acordado de los Geyperman, aquellos muñecos articulados de mi infancia (vagamente parecidos a Hemingway) que venían dispuestos a lidiar en distintos hábitats. Estaban el Geyperman guerrillero, el buzo, el escalador; cada uno armado con sus distintos complementos (la metralleta, la escafranda, el piolet), cada uno acicalado con su barba. Es cierto que el Geyperman nunca tuvo gafas pero, de haber envejecido el muñeco y haber alcanzado la cima del poder por exigencias del guión, no habría salido muy distinto de este Geyperman Mariano que parece haberse pasado por Ikea media hora antes de la foto para preparar a fondo el decorado: sillas sin estrenar, banderas sin estrenar, lapiceros recién afilados, papelera intacta, una jarra de agua bendita y un diario de economía en inglés que, para el caso, como si estuviera escrito en sueco.

A Mariano le preocupa el tema de la imagen hasta el punto de que en su página de facebook, siempre repleta de admiradores, estuvo a punto de colgar una foto de Sean Connery. Al final, como la página es una especie de escupidera para que se desahogue el personal, puso su foto y su firma, que es un estampado en macramé como para que lo estudien los grafólogos de los papeles de Bárcenas o los parapsicólogos de las caras de Bélmez, los que lleguen antes. Es una firma cuadriculada a más no poder, trazada con escuadra y cartabón para que el hombre pueda reconocer su propia letra.

Mariano no se parece a Hemingway ni en la columna vertebral (no digamos a Sean Connery) pero inclina el espinazo sobre los papeles con la misma fruición que si rellenara una quiniela. Si uno mira atentamente la foto, casi se le puede oír murmurar: "Barcelona-Atlético de Madrid, equis". Desde que llegó a la Moncloa le han llovido un montón de críticas injustas sobre lo poco que curra, como si fuesen poca cosa casi dos millones de parados más, la subida de impuestos, los hospitales desguazados, la educación hecha mierda, varias collejas de Merkel y hasta una merienda relámpago en el Vaticano. Otros líderes mundiales recurren a dobles de acción, pero Mariano prefiere lanzar videos de Mariano en versión original sin subtítulos. Tanta simulación en diferido le trastorna de tal modo que el miércoles hasta se saludó a sí mismo desde la tribuna del Congreso sólo porque pensó que en su asiento se habían dejado encendida la tele.

Ya son ganas de criticar reprocharle que en su mesa de trabajo ni siquiera haya un retrato de su mujer y sus hijos, como si en Ikea vendieran también recuerdos de la familia Rajoy. Como andará la economía que el ejemplar de The Economist, de septiembre de 2012, lo recogieron del trapero. Ni siquiera encontró a tiempo un cuadro del monarca y tuvo que conformarse con colgar a su espalda un mamarracho abstracto que también podría pasar por un poster de Aznar o un desnudo de Merkel. De todos modos, al rey Juan Carlos ya lo ve de sobra en el despacho oficial que comparten ambos en el palco de fútbol. Allí pocas alegrías se llevan pero tampoco se puede ganar siempre.

 

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