Punto de Fisión

Ministros de Canarias

Las Canarias eran las Islas Afortunadas hasta que empezaron a dar, además de plátanos, políticos de producción propia. Hasta entonces las Canarias pillaban tan lejos que había que sacarlas en un recuadro anexo en los mapas del cole. No se pensaba en ellas más que a la hora de irse de vacaciones porque eran la versión ibérica y proletaria del paraíso, una churretada del Caribe a mitad de camino y a mitad de precio. Pero, como en todo paraíso que se precie, surgieron las serpientes, es decir, políticos lenguaraces y ocurrentes brotando de los árboles. Y luego, ya en plan apocalíptico, llegaron los ministros autóctonos que traían una etiqueta en la frente, igual que los plátanos: ministros de Canarias.

En principio, José Manuel Soria no parecía un ministro canario cien por cien, de ésos que hay que tomar uno al día por lo menos. La primera vez que vi a Soria pensé que se trataba del primo de Zumosol de Aznar, un pokemon de José Mari que había evolucionado por su cuenta en el clima insular. Pero, aparte de la altura, el acento y el bigote, los dos compartían el mismo salero. Y luego, cuando Aznar perdió el bigote, o se le despobló, o se lo expropiaron, ya parecían perfectamente intercambiables, como si José Manuel fuese el doble de José Mari o José Mari un cortado de José Manuel Soria.

Porque las últimas declaraciones de Soria defendiendo la explotación petrolífera de Canarias, las podía haber hecho perfectamente Aznar con dos copas de más y la melena al viento. Aunque también es verdad que el ex presidente hubiese avisado a la OTAN y enviado una flota de guerra, como los ingleses a Gibraltar, por si los guanches se ponían tontos. Soria ve las Canarias, sus playas apacibles, sus cumbres nevadas, su clima privilegiado, sus parajes únicos, y rápidamente imagina torres de petróleo, manchas de petróleo, chorros de petróleo. Se ve a sí mismo con un sombrero tejano de medio kilómetro de diámetro, estilo Jotaerre, o más bien con un atuendo de jeque árabe, de príncipe saudí, que es el modelo turístico que ha puesto de ejemplo con dos cojones. En España los ocho siglos de islam tiran mucho y de inmediato nos brota la chilaba, excepto a algunos que ya la llevan puesta.

Es curioso como hay gente que ve un paraíso y lo primero y casi lo único en que piensa es en joderlo. A Soria las muchedumbres de turistas que abarrotan las Canarias (esos alemanes que se churruscan en Fuerteventura, esos ingleses que se emborrachan en Las Palmas) le dan grima y preferiría canjearlos por un par de jeques saudíes, con sus harenes y cortijos, y unos cuantos Jotaerres. Con lo bien que estaban las Canarias encajonadas en su recuadro del colegio a una hora de distancia. Esto les pasa por exportar ministros en vez de plátanos.

 

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