Punto de Fisión

El Génesis de Bárcenas

Los Papeles de Bárcenas. Es necesario sacar a relucir las mayúsculas porque son algo así como la Biblia de la Corrupción en España, un sustantivo que también requiere mayúsculas de las gordas. En los Papeles de Bárcenas, al contrario que en el Libro del Génesis, está fechado el día en que dio comienzo todo. Dice así, capítulo 1, versículo 1: "Abril 1990. Saldo inicial (entrega R. N.): 8 millones".

R. N. no son las iniciales de Radio Nacional sino las de Rosendo Naseiro, su antecesor en el cargo, que fue detenido ese mismo año en una investigación sobre la financión ilegal de diversos partidos políticos finalmente archivada por el Tribunal Supremo. Como prosa para iniciar el Big Bang nos parece poca cosa, nada que ver con la grandeza del anónimo poeta hebreo del Génesis. Como cantidad para poner en marcha la podredumbre evolutiva del PP también nos parece poca cosa; con poco más de ocho millones de pesetas de las de entonces compré yo una hipoteca en Fuenlabrada y a día de hoy apenas he prosperado lo suficiente para transplantarla a otra al barrio de Arganzuela. Si hubiera sido previsor y ahorrativo, al estilo de Bárcenas, ahora estaría forrado y entre rejas, la condición ideal del capitalismo salvaje en España.

Ocho millones de pesetas son poca cosa, en efecto, pero con menos crédito contaba Jehová el día en que se levantó de la siesta y decidió empezar la movida, sacando el cielo, la tierra, el mar, los animales y los árboles de la nada como un mago extrayendo pañuelos atados de la boca. Nos parece que la justicia española marcha lenta porque lleva años atascada en el fango primordial del Gürtel cuando la razón humana ha tardado tres milenios en desbaratar el cuento judío del Génesis. El juez Ruz va a sudar tinta china para poder explicarnos cómo ocho millones de pesetas se transforman por arte de birlibirloque en chorrocientos millones de euros depositados en Suiza. Ahí no nos basta con Jehová y su magia de prestidigitador bíblico, hay que recurrir a otros cuentos clásicos: el de la cigarra y la hormiga, el de la lechera, el de las comisiones millonarias, el de las obras de arte que nadie sabe cuáles son, el de las inversiones inmobiliarias argentinas, el de los empresarios uruguayos, en fin, toda la amplia y nutrida literatura oral de Bárcenas.

Cuando leemos que el caso Gürtel está en la fase final de instrucción, no hay que echar las campanas al vuelo: apenas andamos chapoteando en los últimos versículos del Génesis, con Correa y el Bigotes expulsados del jardín del edén y Bárcenas en el papel de ángel caído por haber jugado a ser Dios sin más accesorios que unos piolets de escalada. Como Belerofonte, que intentó llegar a lo alto del Olimpo montado en un caballo con alas y acabó desmontado por un papirotazo de Zeus, Bárcenas se ha caído con todo el equipo y no le ha valido de nada su pericia de esquiador en el brusco descenso desde la cima. Ya veremos cuántos angelitos negros más arrastra en la caída; de momento se ha agarrado a los pies de Alvarez Cascos, quien no parece la mejor opción para formar una cordada. A falta de encontrar los Libros del Éxodo, Deuteronomio y Levítico, y de saber si Mariano tendrá tiempo de construir el arca, deberemos conformarnos con la prosa elemental de una pintada que vi escrita una vez respondiendo cuándo acabarían unas obras de tráfico en Granada: "Toavía quea".

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