Punto de Fisión

Cañete a babor

Cañete ha ido a la Eurocámara y se ha sentido como en casa: prácticamente lo primero que han hecho ha sido preguntarle por su cuñado. "La familia bien, gracias", ha sido la respuesta esencial de Cañete, quien, para más comodidad, podía haber ido explicándose tranquilamente en bata y pantuflas mientras se cenaba unas anchoas. Tan íntimo era todo. Sin embargo, en Bruselas son muy serios y se ha impuesto el protocolo; la encuesta fue cogiendo el tono de un interrogatorio, como un examen de selectividad pero al revés, con toda el aula lanzada a cuestionarle sobre sus negocios con compañías petroleras, su afición por el fracking a pelo y su cacareada superioridad intelectual sobre el género femenino.

Aparte del machismo, el tráfico de influencias, el parentesco, el yogur caducado, la manteca colorá, los camareros de antes, el regadío y él mismo, el principal escollo al que se enfrentaba Cañete en Bruselas era la propia Bruselas, una ciudad que "no me gusta absolutamente nada", como declaró a una revista de viajes hace poco más de un año, aunque también es verdad que añadió "a lo mejor tiene encanto y yo no lo he saboreado". La gastronomía siempre ha sido el fuerte de Cañete, por eso no se entiende que casi todas las preguntas versaran sobre petróleo, que es algo que habitualmente no se come. Hasta el Sunday Times le ha bautizado como Mr. Petrolhead, un mote muy poco afortunado, pero es que a los ingleses les quitas el fish and chips y tienen que merendar ketchup.

Cañete empezó pidiendo disculpas, lo cual no está nada mal como declaración de principios, lo mismo que aquel novio que justo en el momento de la boda, en lugar del clásico "Sí, quiero", soltó un espontáneo y sincero "Perdón, perdón, no lo vuelvo a hacer". Con todo, los eurodiputados no estaban muy convencidos de a qué se refería y le preguntaron una y otra vez, en inglés, francés, alemán, italiano y español, sobre su mujer, sus hijos, su cuñado; más que la aprobación para el cargo parecía que se estuviese sacando el libro de familia para un descuento en el InterRail. Una semana antes había vendido unas acciones de nada que tenía en unas empresas petroleras y justo el día antes del examen final incluyó en la declaración de intereses unos pequeños sobresueldos del PP, más o menos igual que aquel amigo mío al que sorprendieron fumando en la sala de espera de un aeropuerto y cuando el encargado se lo recriminó, mi amigo replicó raudo, quitándose el pitillo de la boca: "¿Fumar? ¿Yo? En mi puta vida, hombre". En fin, que si se tunea un poco más para el puesto de comisario, Cañete aparece ayer en Bruselas recién operado y con la misma pinta de aquel cartel electoral en que pitufaron a Richard Gere para hacer de Cañete en Avatar II.

De Medio Ambiente Cañete habla poco, él prefiere la acción, es decir, la ducha en agua fría para ahorrar agua. Recordó, eso sí, que hay que cuidar la naturaleza y fue una lástima que no citara a propósito esta gloriosa profecía suya de los tiempos oscuros del Prestige: "Afortunadamente, la rápida intervención de las autoridades españolas alejando el barco de las costas hace que no temamos una catástrofe ecológica, como ha sucedido en otras ocasiones, ni prevemos grandes problemas en aguas españolas ni para los recursos pesqueros". Una frase en que no se dejó ni una anchoa.

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