Punto de Fisión

Piqué hace un Aguirre

El movimiento independentista catalán va de capa caída. Si primero trincaron a Pujol con dinero en el extranjero, como si fuese un político español cualquiera, y si luego Artur Mas reveló que detrás de su estrategia soberanista no había nada más que un muy unamuniano "que inventen ellos", era lógico que el frente independentista catalán saltara en mil pedazos al primer palo metido en la rueda, lo mismo que una fiesta española en la que todo el mundo empieza a pelear por ver quién paga la cuenta, una de esas juergas castizas que primero culminan a navajazos y luego ya degeneran en bronca. Gerard Piqué no ha querido ser menos y ha decidido sumarse a este delirio de esencias hispánicas con un auténtico clásico: el "usted no sabe con quién está hablando".

Al chico, la verdad, se lo veía venir, desde aquel día en los pasillos del Bernabeú en que, para caldear los ánimos, llamó a los jugadores del Madrid "españolitos". El adjetivo tenía gracia, primero por el diminutivo, y luego por la denominación geográfica de una plantilla que por aquel entonces parecía un combinado de la selección de Portugal reforzada con varios argentinos, un francés musulmán, un alemán de origen turco y otros especímenes entre vascos y andaluces. En la propia plantilla de su equipo, sin ir más lejos, Piqué podía encontrar más jugadores con el DNI nacional, incluido alguno de Albacete.

En fin, el caso es que la otra noche Gerard Piqué dejó estacionado el auto en un carril bus de la calle Trias Fargas durante quince minutos, para poder montarles a unos agentes de la Guardia Urbana que trabajaban aquella noche un pollo que parecía sacado de una bandera franquista. Para hacer el Aguirre completo, a Piqué le faltó sacar dinero de un cajero y arrancar de estampida aplastando una moto. Pero tuvo el detalle de excusarse vía twitter con un calco exacto de la disculpa borbónica: "Lo siento mucho, no volverá a ocurrir".

La retahila de exabruptos con que abroncó a los agentes (imaginamos que en catalán o al menos en waka waka, porque si los soltó en castellano es para levantarle una estatua) forma una auténtica enciclopedia de clásicos del casticismo. De hecho, cuesta leerlos sin ponerles el tono de chulo de zarzuela o, ya puestos, directamente el de Esperanza Aguirre. "Esta multa la va a pagar tu padre" o "Voy a hablar con tus jefes y se te va a caer el pelo" son dos versos que parecen extraídos de un diálogo de Agua, azucarillos y aguardiente. Con todo, la más racial de todas es esta espléndida muestra de clasismo ibérico, "Me tenéis envidia porque soy famoso", con su alusión al pecado mítico nacional y su constatación del auténtico pecado nacional, la estupidez de atribuir cualquier acto a la envidia. Con lo fácil que hubiera sido llamarlos "madridistas". Al final estrujó la multa, la tiró a los pies de los agentes y se marchó al Casino de un taconazo. Más españolazo no se puede ser. Tanto que Aguirre todavía está aplaudiendo.

 

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