Punto de Fisión

Parturient montes

Muchas cosas se le pueden reprochar a los populares excepto la de no poseer una excelente formación clásica. En esta legislatura han logrado la más efectiva traducción del carpe diem que se recuerda; están aprovechando el momento a tope a base del desmenuzamiento de estructuras ciudadanas esenciales y del engorde porcino de bolsillos propios. Entre privatizaciones a mansalva, tarjetas negras, cuentas suizas, gurteles, viajes de placer y atracos varios, le están practicando una liposucción a las arcas públicas que han dejado el país como los comedores de un colegio público: a dos velas.

El no menos famoso latinajo in vino veritas, que Jose Mari hizo célebre en diversos y beodos discursos, lució incomparable en la localidad de Socuéllamos, donde Cospedal inauguró un quijotesco mirador con vistas a la llanura manchega. Allá al fondo se veía a Sancho Panza con mono y casco. Mientras con una mano esta inefable Dulcinea desmantela hospitales y servicios médicos fundamentales en Castilla-La Mancha, con la otra inaugura una torre de cuarenta metros y cuatro millones de euros para promocionar los caldos de la tierra. Se excusó diciendo que la corrupción afecta a todos por igual, vamos, que es lo mismo colarse en el metro que despilfarrar una millonada para repartirla en la cofradía del cemento. In vino veritas.

Sin embargo, el tópico literario más querido entre todos los clásicos populares es el famoso "parto de los montes", aquella fábula de Esopo según la cual la naturaleza, estremecida, provoca un pánico generalizado en el momento en que unas montañas se ponen a rugir, a temblar y a romperse, hasta que finalmente dan a luz un pequeño ratón. Horacio inmortalizó la fábula en un célebre verso de su no menos célebre Epístola a los Pisones: Parturient montes, nascetur ridiculus mus. "Parirán los montes, nacerá un ridículo ratón". Cuando fue a nombrar su sucesor, Jose Mari creó una expectación irresistible mediante el procedimiento del suspense hitchcockiano, haciendo planear su dedo índice sobre una lista de tres nombres escrita en un cuaderno azul que guardaba en su mesita de noche. Aparte de los tres interesados, había gente, mayormente periodistas, que no se podía quitar el cuaderno azul de la cabeza, como si en vez de tres nombres y apellidos sobre los renglones estuviera cifrado el Aleph de Borges. Cuando le preguntaban, Jose Mari meneaba el bigote y mantenía la tensión, hasta tal punto que algunos temían que en Génova trabajaran los ingenieros genéticos de Parque Jurásico intentando clonar a Churchill o a Abraham Lincoln. Los más culteranos entre los cronistas pensaron que, evidentemente, el Elegido iba a ser Rato, al que ya veían con las gafas negras y la rumbosa chupa de cuero negro de Keanu Reeves en Matrix. Pero Jose Mari, en hábil quiebro filológico, rompió aguas con la inesperada elección de Mariano mientras del cuaderno azul emanaba un inconfundible olor a queso. Vistos los resultados, es muy posible que el pito pito gorgorito hubiese tenido lugar in vino veritas.

Mariano, el príncipe heredero, heredó también esa tediosa costumbre de marear la perdiz y dilatar los tiempos de espera hasta el último momento. Tres semanas ha tardado en cerrar la brecha abierta en sus filas por la marcha de Ana Mato y ha mantenido el suspense hasta el último momento, removiendo el yeso con la espátula y aguardando más de cuarenta minutos hasta colocar el último pegote que le faltaba: Rafael Hernando. El cual ha respondido a los medios con la satisfacción de un triunfito que pasa a la siguiente fase. Por otra parte, la satisfacción es toda de los periodistas, porque no cabe mejor sustituto para dirigir el Grupo Parlamentario Popular en el Congreso que este hooligan de los medios famoso por sus declaraciones intempestivas. "Andalucía parece Etiopía" es una de esas frases suyas por y para los anales: todavía no se sabe a quién molestó más, si a los andaluces o a los etíopes. Es el mismo broncas que llamó "villano" a Bardem, que achacó el accidente de tren de Santiago a "la herencia recibida" y que excusó los SMS de apoyo de Mariano a Bárcenas calificándolos de "mera cortesía". En un verdadero alarde de egolatría, tachó a Pedraz de "pijo ácrata", cuando buena parte del buscador de imágenes de google referido a "pijo" son fotos suyas. Aun así, la cumbre de su oratoria llegó el día en que englobó un golpe de estado criminal en la mayor elipsis histórica de la que se tiene noticia: "Las consecuencias de la Segunda República llevaron a un millón de muertos". Elipsis que remató (y nunca mejor dicho) cuando aseguraba que los familiares de las víctimas del franquismo "sólo se acuerdan de ellos cuando buscan subvenciones". O tempora o mores, vanitas vanitatis, panem et circenses, parturient montes, quod erat demostrandum.

 

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