Punto de Fisión

Tengo una alcaldesa para usted

En el último concurso de cazatalentos organizado por Esperanza Aguirre (Tengo un alcalde para usted), la inefable lideresa del PP recobró de golpe su espectacular olfato de buscatrufas y encontró un candidato incuestionable para la alcaldía de Madrid: ella himself. Si una rubia de bote fardando de antisemitismo pasaba la prueba, ella podía hacerlo cum laude con los ojos cerrados. Se acordó de Stallone reventando los cines veraniegos con dos entregas repletas de glorias recauchutadas, casi tres décadas después de Rambo, y le entró morriña del helicóptero. Ah, aquellos viejos tiempos en que Aguirre se levantaba en Bombay con un coro de terroristas buscándole las cosquillas mientras ella desayunaba napalm por la mañana.

-Presidenta, agáchese, que la van a matar.

-A mí la ETA no me asusta.

-No es la ETA, por Dios, son islamistas.

-Que te calles, rojazo.

Lástima que ya no pueda contar con tres cuartas partes de sus hombres de confianza, caídos en diversas emboscadas de la Operación Púnica, de la Gürtel y en otras operaciones policiales. Para encontrar un equipo B que reuna tanta experiencia en atracos, cohechos, prevaricaciones y tráfico de infuencias, Aguirre tendría que montar otro programa de cazatalentos entre Alcalá-Meco y los restos de Goldman-Sachs. Al lado del PP madrileño, George Clooney y los demás guaperas de Ocean's Eleven unos trileros. Son tremendas las ganas de bronca de esta mujer que, en pleno retiro espiritual, se peleó con medio partido, dejó de hablar al otro medio, insinuó una purga de arquitectos y reinstauró el neocalorrismo motorizado haciéndose un Torete en la Gran Vía.

Ya son dos años y pico desde que anunció que dejaba la política activa, pero no encontró sitio donde dejarla y se la volvió a guardar en el bolsillo. Durante todo este tiempo, no ha dejado de proporcionar titulares, a cual más divertido. Con esta hiperactividad ante los medios, los fontaneros de Génova no habrán dejado de observar que Aguirre en stand-by mueve más telediarios, más portadas y más periodistas que el resto de la plana mayor del PP a pleno rendimiento. Las cámaras la adoran, sobre todo las de Telemadrid. Hay jubilados que todavía sueñan con un chotis junto a ella y nonagenarios desahuciados que le esconden su voto como una carta de amor, la última. En los animales mediáticos como Aguirre, no hay más retiro que el parque. No se había ido y ya estaba volviendo. Como una célula durmiente de sí misma.

Con calculada inocencia, se ha presentado ante la directiva del partido ofreciéndose cual becaria en prácticas. Sabe de sobra que Ana Botella está más amortizada que su taza de café con leche y que Cristina Cifuentes tendría que dar los mitines en tanqueta. "No me quiero hacer de rogar para nada", dice, y por momentos suena tan seria como cuando asegura que interesa "acertar en las personas que vayan a defender mejor los principios y valores del partido". Cuando Aguirre abandonó la política proclamó que el Rubicón no tenía vuelta atrás, pero ni siquiera ella contaba con la tenacidad natural de las muñecas de Famosa.

 

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