Punto de Fisión

Volver a ser niños

Una vez alguien, enfadado por lo que consideraba poco más que un mamarracho sobre un lienzo, le reprochó a Picasso que sus cuadros parecían pintados por un niño. "¿Pero usted sabe –respondió el genio malagueño– lo difícil que es pintar como un niño, hombre?" La respuesta ya forma parte del acervo mítico picassiano, ese rosario de frases geniales que no se sabe si el pintor dijo o si le atribuyeron luego, lo mismo que aquella respuesta que dio a un oficial alemán que, en su estudio de París, contemplaba despectivo el Guernica: "¿Usted ha hecho esto?" "Yo no. Ustedes lo han hecho".

La chanza infantil de Picasso encierra una verdad fundamental, la aplicación práctica y artística de aquella sentencia de Nietzsche, quien decía que para llegar al superhombre había que pasar antes por los estadios sucesivos de camello, león y niño; y la lección de Jesucristo cuando aseguró que había que volver a ser niños para entrar en el reino de los cielos. Todo el que convive con ellos sabe muy bien que, entre las trastadas y las cabezonerías, los niños esconden momentos de una creatividad única y desbordante, una originalidad no viciada por la educación o la costumbre. Fernando Savater contaba el momento increíble en que uno de sus sobrinos, que siempre se empeñaba en coger el primero el teléfono, se entretuvo demasiado en responder; quien llamase ya había colgado, pero aun así el niño hizo esta pregunta increíble al interlocutor ausente: "¿Quién era?"

En los primeros párrafos de la Poética, que sigue siendo dos milenios y pico después el mejor libro escrito sobre la materia, Aristóteles especifica que hay "dos causas para la poesía y ambas son físicas". Una es el ritmo, los ritmos que vienen incorporados en nuestra propia sensibilidad –desde el tam-tam del corazón a las inalterables secuencias del día y la noche–; la otra es la mímesis, la irrefrenable necesidad humana por imitar voces, sonidos, gestos y conductas. Yo he visto a mi sobrino Jaime remedar las quejas en falsete de mi padre como un actor del método, como un cantaor en miniatura siguiendo las escalas de un palo flamenco.

Lo que más me gusta de mi mujer, de mi familia, de mis amigos, de los escritores, músicos y artistas que admiro es su facilidad para la risa, esa capacidad para mantener vivo al niño que todos llevamos entre los huesos, de sublimar ese sexto sentido de la maravilla y la alegría infantiles depurándolo del egoísmo y la crueldad innatas a nuestra especie. Cuando le dediqué Niños de tiza a mi amigo, el gran cocinero Abraham García, escribí: "A Abraham, que guarda un niño dentro". El leyó la dedicatoria y en seguida la corrigió con una perfecta y enorme respuesta de crío: "Pues tampoco estoy tan gordo" dijo.

Bukowski lo resumió con una sola frase: "Todos nacemos genios y nos morimos tontos". No conozco mejor refutación de un burdo argumento teológico que el que soltó un niño cuando le estaban intentando inculcar en clase de religión la idea de un Dios creador. "¿Quién ha hecho la sopa?" preguntó el profesor. "Mamá" respondió el niño. "¿Y la mesa?" "El carpintero". "¿Y el mundo?" El niño se quedó inmóvil un segundo ante esa intolerable inferencia causal y después chilló: "¡Eso no se hace!"

Una vez vi un video familiar que me conmovió hasta las lágrimas, cuando le intentaban explicar a un niño pequeño porqué había que llevar a su perrillo, enfermo sin esperanza, al veterinario para sacrificarlo. Él no comprendía cómo es que su perro tenía que morir tan pronto, con apenas diez años, cuando su abuelo se había ido cumplidos los ochenta. Sus padres tampoco sabían cómo razonar la necesidad de ese mal trago, la absoluta injusticia de la mortalidad, hasta que fue el propio crío, llorando, quien reveló una hipótesis asombrosa, oculta durante milenios a todos los científicos, filósofos, médicos y amantes de los animales: "Ah, ya lo entiendo" dijo entre sollozos: "Nosotros venimos al mundo para aprender cómo vivir, cómo amar a los demás y ser buenas personas. Los perros ya saben cómo hacer todo eso, por eso no tienen que quedarse aquí tanto tiempo".

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