Punto de Fisión

Europa busca a Jacq's

Cuenta Alberto Sicilia en una de sus últimas crónicas helenas que la aparición de Yanis Varoufakis ha provocado una conmoción psíquica que incluso ha logrado eclipsar a Tsipras. A Helena Smith, corresponsal de The Guardian en Atenas, le llamó la atención que un grupo de jovencitas aguardase en la puerta del Ministerio de Finanzas para hacerse fotos junto a él. Lo extraño sería que no lo esperasen, con ese coraje inédito que ha demostrado al tomar las riendas económicas del país y también, por qué no decirlo, con esa pinta de hombre que tira de espaldas. Lo raro sería que un montón de groupies de cofradía esperasen a Guindos y a Montoro para que les firmasen autógrafos a dúo en una teta.

Varoufakis se reunió el viernes pasado con el presidente del eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem. Fue sin escolta y montado en una Yamaha, como Jason Statham cuando va a darse de hostias con el jefe de la mafia. Para lo que salió de la reunión, a Varoufakis le habría bastado con plantar una bota en el suelo, quitarse el casco, soltar su frase sin mover un músculo, al mejor estilo Statham ("No reconocemos a la Troika como interlocutor") y luego arrancar otra vez con una rubiaca sujeta a su cintura. Ayuda mucho el hecho de tener una cara cortada a cuchillo como un ídolo azteca pero ayuda más aun tener las ideas claras.

Dijsselbloem, el DJ de la Troika, acostumbrado a que los griegos le sirvan de alfombra, se quedó pálido. Tanto que el lunes por la mañana los capos de Bruselas estaban dudando si guardar las armas y llamar a una floristería cuando, unas horas después, la Merkel los puso firmes. Por si alguien todavía duda de quién lleva los pantalones en Europa. Varoufakis está dispuesto a repetir el gesto de Leónidas en las Termópilas delante de una reedición tetona y teutona del rey Jerjes. Dime lo que te debo, majete, luego te subes a este dedo y bailas break dance. Puede que los espartanos no supieran mucho de matemáticas, pero dieron una lección soberana al mundo: que si unos matones de mierda amenazan con aplastarte, siempre es mejor plantar cara y llevarte a unos cuantos por delante. Mejor que la historia te recuerde como un valiente empalado que como al gusano de William Blake bendiciendo al arado que lo parte en dos. En cuanto a la Merkel, ya sabe ella de sobra cómo van a recordarla.

La estela heroica y erótica de la Yamaha de Varoufakis contrasta ligeramente con el coche fúnebre en el que Strauss-Kahn acude de nuevo a los juzgados para aclarar si ha violado las leyes del monopolio sexual. En el neoliberalismo siempre funciona mejor la postura del tesorero (los ricos encima, los pobres abajo) y los abogados de Dominique ya han comentado que, en pelotas, es muy difícil distinguir a una puta de una mujer decente, e incluso a un director financiero de un leguleyo de alquiler. A lo mejor la cara no es el espejo del alma, pero sí parece el resumen del programa económico del FMI: Strauss-Kahn, Rato, Lagarde. Entre las jetas de Strauss-Kahn, Draghi y Dijsselbloem (sin olvidar a Montoro y a Guindos) no haces ni un pómulo de Varoufakis. Habría que ver al eurogrupo entero lanzarse en pelota picada contra el gladiador griego sobre la arena de Olimpia pero, afortunadamente, vivimos una época civilizada en que las disputas se zanjan en los despachos mientras los niños muertos de hambre rebuscan sobras entre la basura. A Strauss-Kahn lo siguen las putas en manada (no es extraño, la última vez pagó millón y medio de dólares por un revolcón) y a Varoufakis las muchachas ilusionadas. De momento parece un anuncio de colonia, sí, el de una Europa desmelenada buscando en moto a Jacq's.

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