"En mi familia nunca estuvo muy clara la diferencia entre la religión y la pesca con mosca" se oía en la obertura de El río de la vida, una frase brillante que perdía mucho ante la presencia apolínea de Brad Pitt, quien demostraba fotograma a fotograma que él podía pescar sin mosca, sin carrete, sin caña y sin ganas de pescar. Le bastaba silbar, lucir palmito y se le tiraban encima las truchas. Albert Rivera, el Brad Pitt de la política hispánica, ha ido a pescar votos a Andalucía y ha salido trasquilado, es lo que pasa cuando se mezclan las metáforas. Lo del pescador y los peces es una lección evangélica que podía haberle dado resultado en Extremadura o en Burgos, pero irse a Málaga a montar una escuela de pesca es como irse a Moscú a montar una academia de beber vodka.

Albert Rivera tiene fama de guapo, como Pdr Snchz, pero de más tiempo atrás, y ya se le quedaba revenido el cartel aquel en que mostraba un desnudo casi integral en el que el nombre del partido le salvaba del pecado original. Por aquel entonces, cuando irrumpió en el panorama ideológico, algunas señoras empezaron a preguntarse por qué tenían ellas que votar a señores como Rajoy o Rubalcaba, habiendo por ahí mozos de ideas tan prietas. Rivera siempre ha sido muy de metáforas y la primera estaba clara: él no tenía nada que ocultar, salvo el sexo, y únicamente por pudor. Muchas todavía se preguntan si carga a la izquierda o a la derecha.

Para posicionarse, y también para atenuar el feminismo radical de su mensaje, Albert se vistió de centro derecha, que es el gran modisto de la política española hasta el punto de que casi no hay ninguno más. Hasta le tiró los tejos a Rosa Díez, pero ella no quiso juntarle porque Rivera podía quitarle protagonismo y además prefería no sumar votos: mucho mejor restar. Díez es una entusiasta de la resta, operación matemática que le chifla desde que se sustrajo a sí misma del PSOE. Luego, cuando le cogió el gusto, ya fue restando y restando compañeros de viaje hasta quedarse solamente con dos docenas de seguidores con los que montó hace poco una manifestación en la Puerta del Sol en la que estuvo a punto de tomar Doña Manolita. Además, el puesto de bello oficial de UPyD lo tiene en exclusiva Toni Cantó.

Sin embargo, la salida de pata de banco de Rivera ha sido tan estentórea que los analistas empiezan a pensar si no estará calculada. Al fin y al cabo, es el cuarto en discordia en la parrilla de salida y uno de los líderes mejor valorados en las encuestas, pero resulta demasiado discreto y no da mucho juego en las portadas de periódicos, las revistas del corazón y las conversaciones de bar. Tal vez a algún contertulio se le ocurrió la idea de elevarlo a tema del día con esa alusión genial a los andaluces y su falta de habilidad congénita para la pesca. "Albert, tú di eso de que no has venido a dar peces, sino a enseñar a pescar, verás cómo lo petas". "¿Tú estás seguro?" "Como de que me llamo Griñán". Al final se trataba de vender pescado fresco, igual que la falsa operación de cirugía estética de Uma Thurman, que parecía que se había hecho la cara a la barbacoa para protagonizar una peli de terror y sólo iba a promocionar una teleserie. En cuestión de dos días, nadie se va acordar del maquillaje pesquero de Brad Pitt, excepto unos cuantos millones de andaluces.