Punto de Fisión

Desmadre a la Ciudadana

Hace poco un amigo me comentó que su padre le había enviado un video de propaganda por la candidatura de Ciudadanos en un pueblo de León (no digo el nombre del pueblo por no hacer más publicidad de la necesaria). Al abrirlo se encontró con que uno de los candidatos, rodeado de jóvenes lobeznas con la melena al viento, le sonaba muchísimo, y al minuto y medio ya no le quedó otro remedio que reconocer que se trataba de su propio padre rendido por completo al riverismo. Lo contaba entre perplejo, orgulloso y avergonzado, un cóctel de emociones contradictorias muy similar al que embarga a esos padres que descubren a su vástago borracho perdido en medio de un fiestorro, bailando la conga con dos rubias magníficas, y no tienen más remedio que admitir: "Se nos ha hecho mayor". Sí, a menudo nuestros padres rejuvenecen al tiempo que se convierten en nuestros propios hijos.

Es cierto que el padre de mi amigo bate ampliamente esa marca biológica de la transición que Rivera ha impuesto como eje ideológico de su movimiento (el señor no entraría ni aunque hubiera puesto la línea en la batalla de Brunete). Pero la cronología es lo de menos, lo que cuenta es la juventud de espíritu y las ganas de marcha. Tanto que cuatro jubilados burgaleses se han encontrado inscritos en las listas de Miranda del Ebro sin haber dado su previo consentimiento, igual que esos novios atolondrados que reciben un guasap con el asunto "Predictor". Es lo que pasa cuando se va a los mitines sin un plan fijo, que uno tontea con la primera groupie que encuentra y a las tres semanas le mandan su nombre escrito en una papeleta.

También suele pasar cuando alguien apadrina un proyecto político basado mayormente en la oposición al nacionalismo catalán y tiene que rellenar a toda hostia una ideología y un programa electoral que incluya también del Llobregat para abajo. En el empacho brutal del éxito hay que empezar a reclutar candidatos a saco, sin mirar mucho lo que se coge, al estilo del millonario John Huston en Chinatown, que había comprado medio desierto de California y, como no podía inscribir la propiedad a su nombre, la puso a cuenta de una residencia de jubilados al completo. Allí estaban los viejecillos, viendo la tele y jugando al bridge, sin saber que eran ricos. Cuando Jack Nicholson le preguntaba qué más podía comprar, si ya lo tenía todo, Huston chupaba su cigarro con ansia de galápago y respondía con hambre electoral: "El futuro, hijo, el futuro".

Causa sonrojo la ingenuidad de estos novatos en el campo de batalla político, que van y retiran de las listas a cuatros jubilados cuando bien podían haber dicho que se los habían dado en donación, como le pasa a Cospedal con sus pisos. El desmadre a la Ciudadana ha llegado a tal extremo que el otro día Nuria Sánchez-Viñas se retiró de las listas en Mataró al darse cuenta, así, de pronto, de que el partido de Albert Rivera es de derechas. Impresión que, aunque pueda parecer un tanto lenta de reflejos, todavía no ha llegado a la inmensa mayoría de las bases y dirigentes de la formación. De hecho, Albert Rivera todavía no se ha dado cuenta.

 

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