Punto de Fisión

Morir por el euro

"Morir por Alá no duele" decía uno de los yihadistas detenidos en Sabadell. "Es como que te pique una abeja". Este consejo de ultratumba recuerda aquella advertencia del médico al niño cuando iba a operarle de anginas: "Abre bien la boca, que no duele". Y efectivamente, mientras la palangana se iba llenando de sangre, al médico no le dolía nada. La diplomatura de terrorismo suicida suele culminar con un cursillo práctico donde un profesor se ata un cinturón de bombas al pecho y se detona en plena clase a mayor gloria de Alá. Como nunca falta el alumno que se distraiga mirando a una moza por la ventana de la madrasa, las últimas palabras del ayatolá suelen ser: "Prestad atención, por favor, que esto no voy a repetirlo".

Por lo visto, hay un curioso error de traducción en ciertos textos sagrados de la yihad, de manera que donde los devotos creen que dice "vírgenes", en realidad dice "dátiles". Será toda una sorpresa cuando los guerreros lleguen al cielo prometido y allí descubran que les espera un cesto de dátiles en lugar de un ejército de vírgenes. Personalmente sospecho que, de encontrarse con algo, los terroristas suicidas recién inmolados van a encontrarse con los compañeros que les precedieron en el camino al sacrificio, cabreados, decepcionados, chamuscados y frustrados, más o menos como el Coyote después de una explosión marca ACME. Entonces, cuando pregunten dónde están las vírgenes que les habían prometido, descubrirán que sí, que las vírgenes son ellos.

Nos parece muy bárbaro y primitivo eso de sacrificarse por una creencia irracional, por eso en Europa preferimos inmolarnos en nombre del euro. Los yihadistas creen en Alá y los economistas en el FMI: cualquier sacrificio es bueno para alcanzar el paraíso. Christine Lagarde, que se subió el sueldo el año pasado para casi alcanzar el medio millón de dólares anual, ha vuelto a exigir nuevos sacrificios para intentar salvaguardar su modo de vida. Esta top model canosa y famélica que pasea su esqueleto por la pasarela Cibeles de la austeridad cual alegoría del Medievo es la versión posmoderna del ayatolá de la madrasa, el mismo humorista que recluta tontos que le vayan haciendo sitio en el cielo. Aunque lo mismo es la virgen ésa que aguarda a los yihadistas, vete a saber.

No se crean que lo del Medievo era sólo una metáfora. La penúltima receta del FMI, todavía no puesta en práctica, consiste en la sugerencia de una quita del 10% del patrimonio neto de todas las familias europeas, es decir, el diezmo. Para que Lagarde siga manteniendo ese tipazo de avispón anoréxico mucha gente se quedará sin prestaciones sociales, sin servicios sanitarios, sin educación y lo mejor, para ahorrar tiempo, será que se mueran de hambre. Morir por el euro no duele, sobre todo a Lagarde, a Rato y a Strauss-Kahn, tres notorios delincuentes a los que hemos puesto al frente del tinglado monetario sólo para recordarnos la fetidez del puerco dios del dinero. Lo malo va a ser que, cuando lleguemos al paraíso, en vez de un montón de dátiles nos vamos a encontrar con un desfile de vírgenes estrechas.

 

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