Punto de Fisión

Repóker de ex reyes

Para celebrar lo bien que marcha su gobierno, Mariano se dio el lujo de ir a cenar con los tres ex presidentes vivos y el ex rey. Quería básicamente hacerse una foto de familia aunque también podía haber rodado un video y colgarlo luego en una tele de plasma. Mariano es muy de fotos familiares, como aquella vez que fue a retratarse a la cola del INEM en sus tiempos de opositor a La Moncloa. Estaba practicando la solidaridad mariana, según el concepto que expuso hace poco nuestro actual presidente en la COPE: "Una cosa es ser solidario y otra serlo a cambio de nada". Gracias a esa fotografía delante de una cola de parados, Mariano consiguió un montón de votos. La solidaridad bien entendida empieza por uno mismo.

Mariano pudo haberlos llevado (a los ex presidentes se entiende, no a los parados) a La Tasca Suprema, que es uno de sus locales favoritos, pero en otro alarde de solidaridad, eligió Casa Lucio, que tiene un nombre no menos adecuado. No, no me refiero a Lucio Blázquez, fundador del restaurante, sino al exos lucius, nomenclatura científica del tiburón de río, un pez carnívoro que lo devora todo. Como en la Tabla Redonda, el ex monarca presidía la mesa, a su izquierda se sentaban Felipe y José Luis, y a su derecha, Mariano y Jose Mari. Podían haberse sentado en sillas discontinuas, para dibujar la prolongación histórica de sus respectivos reinados, pero prefirieron mantener la comedia del bipartidismo en lugar de desbaratar la ilusión de que el PSOE es el aperitivo del PP, cuando no el primer plato. Es más, en la mesa queda un hueco lo bastante grande para admitir a un sexto comensal, el pueblo español. Usted, señor mío. Sí, sí, usted que los votó. De hecho, los dos Josés se vuelven sonrientes hacia la cámara como recordando aquella ocurrencia genial de José Luis: "No sabes, Sonsoles, la cantidad de cientos de miles de españoles que podrían gobernar". Vaya ojo que tenemos.

Sobre el mantel, de blanco impoluto, imperan unos platos de jamón. Quizá habría sido más apropiado una tarta pero no era necesario dar tantas pistas. Tampoco la mesa tiene la forma del mapa de España, pero el redondeo está hecho a medida del euro. Lo que más llama la atención es el aburrimiento soberano de Juan Carlos, que mira a cámara con los párpados lacios, ya a punto del exabrupto, como si se estuviera contuviendo para no gritarle al fotógrafo: "¿Por qué no disparas?" A diestra y a siniestra, Mariano y Felipe discuten de algún tema importante que ambos deben conocer a fondo: Venezuela, financiación ilegal de partidos, puros habanos, populismo. Es una lástima que la perspectiva haya colocado en primer plano a los dos Josés; habría sido mejor una composición en matrioskas para que se viera que cada presidente contiene al anterior y Juan Carlos a todos. De hecho, con su novedosa definición de "solidaridad", Mariano realizó una síntesis del zapaterismo y el aznarismo elevada al cubo. Al menos Jose Mari tuvo el detalle de no colocar los zapatos sobre la mesa, al estilo tejano.

Entre esta foto y la de la cola del INEM, busque las cinco pequeñas diferencias. Aparte del apetito y la concepción tenística del poder, había algo más que compartían los cinco líderes reunidos en torno a la mesa. Aunque nadie lo diría, cuatro de ellos son jubilados y uno está a punto de serlo, le faltan sólo unos papeles.

 

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