Punto de Fisión

Guindos y Varoufakis

Por la edad, por el puesto, por la calva, se impone una comparativa entre Guindos y Varoufakis, una comparativa veraniega, es decir, poco rigurosa y poco seria, porque apenas nos pusiéramos un pelín rigurosos la cosa se podría acabar en frase y media. Hace mucho calor como para andar rebuscando expedientes en la universidad de Essex o descubriendo que otro de los famosos estudiantes del elitista Centro Universitario de Estudios Financieros es el pequeño Nicolás. Más allá de las diferencias académicas y profesionales entre ambos, lo mejor será centrarnos en la superficie, en el gesto y en la ropa, para que Guindos juegue con alguna ventaja.

A Varoufakis lo han criticado por muchas cosas, empezando por la chupa de cuero y acabando por la camiseta, con lo que queda claro que un ministro de Economía debe tener el aspecto de

a) gerente de peluquería,

b) señor rural,

c) encargado de planta de grandes almacenes

d) capitán de un trasatlántico de lujo en Vacaciones en el mar.

Cuatro perspectivas laborales que Guindos cumple con creces. Recuerden que al poco de entrar Guindos en el consejo asesor de Lehman Brothers, el banco de inversión se hundió como el Titanic: era justo el punto que le faltaba en el currículum para que Mariano lo llamara como el hombre destinado a guiar la economía española. En cambio, la pinta de actor porno en paro del ministro griego confundía a las huestes del Eurogrupo, siempre bien atildadas y encorbatadas. Nada más ver bajarse de la moto a ese hombretón siniestro no podían dejar de preguntarse si llevaría encima un tarro de vaselina. Aunque presume mucho de griego, la vaselina, como se acaba de ver, tampoco es el fuerte de Varoufakis.

Siguiendo el precepto napoleónico de que una dimisión a tiempo es una victoria, Varoufakis se ha retirado del campo de batalla para dejar a la Troika sin excusas. Si su cráneo excesivamente deslumbrante era un obstáculo a la hora de las negociaciones, mejor subirse a la moto y perderse camino de la Hélade. Tras despejar el tablero de una pieza clave que tanto incomodaba a sus rivales, Tsipras vuelve a quitar otro velo a la Unión Europea. Ya había mostrado al mundo, al convocar el referéndum, qué poco valoran en Bruselas la democracia. En este lamentable estriptís de los siete velos con música de Beethoven, Europa se está desvelando y revelando a sí misma como una vaca bastante gorda, bastante fea y bastante borde: por algo Zeus tuvo que metamorfosearse en toro para follársela. Pero no abundemos en referencias fálicas y vaginales entre papeletas y urnas, que los mitos los carga Grecia y bastante jodidos se han quedado algunos.

Inmediatamente después de conocerse la dimisión de Varoufakis, ha salido Guindos a explicar la mejor manera de salir de la crisis griega y la mejor forma de peinarse con la raya en medio. Lo de gerente de peluquería no iba de broma, porque Guindos maneja las tijeras que da dentera verlo. Aunque él, igual que Llongueras, a los "recortes" los llama "reformas". "La reforma financiera española es el mayor ejercicio de transparencia que se haya realizado", dijo una vez, y anda que no llevaba razón, que cada vez que pasaba Rato al lado de su calva, se sacaba el peine y aprovechaba para peinarle el flequillo a Bankia.

 

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