Punto de Fisión

Rodrigo y Mariano, natación sincronizada

Quienes pensaban que iba a hundirse como un chinarro después del batacazo electoral, se sorprendieron al descubrir que el presidente, contra todo pronóstico, flota. Mariano siempre ha puesto en aprietos las leyes de la física, la química, la psicología y la metereología. Parecía que no podría sostenerse solo sin que lo aguantara Angela Merkel desde abajo, igual que lo ha llevado a caballito durante toda la legislatura. Aun así, había varios escoltas en remojo por si le daba por sumergirse y buscar cenotes. No sería la primera vez que un mandamás gallego se pone a bucear en el Umia y emerge luego en Palomares, cuando no en la cubierta del yate de un narco con la espalda untada de crema.

Galicia es tierra mágica, propensa a las meigas, las apariciones y la Santa Compaña. Allí lo mismo te nace una poetisa excelsa que un caudillo genocida, un novelista genial que un lobisome. Es gente acostumbrada al más allá, a las visitas de los muertos a los vivos y viceversa. Muchos gallegos ven The Walking Dead y otras películas de zombis con la misma naturalidad que Los Serrano, Cuéntame o Arriba y abajo, de manera que nadie va a asustarse por tropezar con Mariano retozando en el Umia. Una vez vi un reportaje sobre un chaval -creo que era de un pueblo de Lugo-aficionado a disfrazarse de vampiro y a salir únicamente de noche. Cuando la cosa fue a más, se compró una capa, se limó los colmillos, se peinó estilo Drácula y todas las tardes iba a beber sangre al matadero municipal. Entre sus familiares, amigos y compañeros de colegio, abundaban los encogimientos de hombros, pero su rareza apenas provocaba más que alguna risita o algún murmullo de lástima. Le preguntaron a un encargado del cementerio si le molestaba que aquel chico alto y pálido, vestido de negro de la cabeza a los pies, se pasease entre las tumbas a medianoche. "Pobriño, ¿y por qué me iba a molestar?" replicó el hombre. "Yo soy enterrador, usted periodista, él vampiro. Cada uno es cada uno".

Y cada dos una piragua. Porque más extraño aun que el presidente flote en un río gallego es que Rodrigo Rato haga equilibrismo naútico en aguas de Mallorca. En la foto que ha dado la vuelta a twitter, se lo ve levitando sobre el mar al estilo de Cristo en el lago Tiberíades. Sólo que Cristo, a pesar de su entrenamiento en teñir vinos, multiplicar peces y reanimar cadáveres, difícilmente hubiera resucitado con tan sólo medio currículum de Rato atado a un tobillo. Se hubiera hundido a plomo entre acciones de Bankia, cuentas falseadas, tarjetas black y demás acusaciones de fraude y alzamiento de bienes. Sin embargo, Rato se limita a patinar sobre las dificultades, como ha hecho siempre. Para colmo, llevaba de remate un bañador amarillo prácticamente translúcido que no sólo le dejaba la popa al descubierto sino que era un guiño al blanqueo de capitales. Cualquier dirigente popular sumergido en un fluido experimenta un empuje electoral hacia arriba directamente proporcional al peso de los sobres desalojados.

 

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