Punto de Fisión

Marjalízate

Las conversaciones de la trama Púnica que van saliendo a la luz dan no ya para una película, sino para una teleserie tragicómica de diecisiete temporadas. Cuando la fiscal Anticorrupción fue a presentar el caso ante el juez, soltó un monólogo tan brillante como un lingote de oro: "Nos ha llamado la atención que cuando nos planteábamos qué delitos contra la corrupción había cometido David (Marjaliza), a la conclusión a la que hemos llegado es ¿cuál es el que no ha cometido? Porque es que los ha cometido absolutamente todos". En Los Soprano o en The Shield hubieran dado lo que fuera por un personaje así.

David Marjaliza ha acabado por usurpar aquella espléndida blasfemia de Lord Byron: "Sólo lamento aquellos pecados que nunca pude cometer". El nuevo buque insignia del PP madrileño es un auténtico filón de titulares. David Marjaliza ocultaba en un trastero de Valdemoro una colección de obras de arte. Una sobrina suya, nacida en 1997, posee en la actualidad catorce inmuebles a su nombre, valorados en más de medio millón de euros. Tenía una empresa de apuestas deportivas y una administración de lotería en la que se dedicaba a rastrear décimos premiados para blanquear dinero (de ese modo, al estilo Fabra, ganó ocho veces en dos años). Cuando supo que la justicia le pisaba los talones, no se le ocurrió otra cosa que consultar a una echadora de cartas, quien le dijo que no se preocupara, que al final él reiría el último.

Con todo, tal vez mi favorita de entre todas las marjalizaciones, es la jugarreta que le hizo a su chófer, cuando le ordenó que le ingresara un cheque a su nombre: "Haz un garabato, Andrés" dice el director de la sucursal, pringado ya hasta las cejas. "Andrés irá a la cárcel, eh". Entonces, al otro lado de la línea, surge la voz de la secretaria de Marjaliza, Ana María Ramírez, partiéndose de risa: "Dile que ya le llevaremos bocadillos a la cárcel. Ay, qué lástima. No, mejor no le digas nada". Era difícil superar el esperpento de la escena pero estos dos secundarios lo consiguen en un diálogo sobre normativa bancaria digno de encuadernarse en un guión de Azcona: "Cada vez complican más las cosas, en vez de facilitar" dice ella. "No te quepa la menor duda" replica el bancario, algo molesto. "Di que como yo atiendo sólo cuando viene alguno como vosotros, no me entero". Alguno como vosotros, dice el director de la sucursal de Ibercaja. Otra frase que no tiene precio. Para todo lo demás, Mastercard.

Me ha dado por consultar el currículum de Marjaliza en su página web (supongo que es el suyo, no creo que haya muchos Marjalizas en Valdemoro dedicados a la gestión de centros médicos y radiológicos, entre otras muchas actividades) y hay dos ausencias significativas. Primera, no hay ni un solo título académico (y si lo hay, el currículum lo obvia bajo el epígrafe "capacidades profesionales"), demostrando una vez más que en la España del pelotazo, el nepotismo y el compadreo, los estudios no son más que un lastre si lo que busca uno es un patrimonio valorado en 33 millones de euros. Segundo, falta la referencia fundamental "amiguito de la infancia de Francisco Granados". Cuando le dijo que se iba a reír a gusto, la echadora de cartas le acertó otra vez el gordo.

 

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