Punto de Fisión

Mariano pontífice

Desde que lo descongelaron y salió del plasma al estado sólido, Mariano no para. Se ve que para eso había estado entrenándose durante el verano. Va de Santurce a Bilbao y de Gerona a Cádiz dispuesto a recorrer todo el territorio nacional con una cinta métrica, y allá donde van le siguen un montón de acólitos, periodistas incombustibles y forofos acérrimos, lo mismo que a Forrest Gump de océano a océano. Es lógico esa devoción que tienen por no perderse una sola palabra suya, porque cada declaración presidencial vale por una primera plana. Lo bueno de Mariano es que con él solo puedes llenar un periódico de titulares y noticias a diario, incluidos los suplementos de ciencia y las páginas de pasatiempos. El martes, casi sin proponérselo, mezcló con una sola pregunta la sección de local, la nacional y la internacional.

Todavía no le ha crecido la barba lo bastante como para detenerse a pensar dónde va, pero en un momento que se sentó a descansar en Television Girona dijo en referencia a la los tratados de la Unión Europea: "Un plato es un plato y un vaso es un vaso". Mientras internet arde con un video de Epi y Blas en que discuten la posible independencia de Cataluña con ayuda de los términos "dentro" y "fuera", aparece Mariano y le hace la competencia a Coco en un alarde de menaje del hogar. El debate sobre la secesión catalana merece trasladarse de los telediarios a los platós de Master Chef, con Margallo y Junqueras cocinando al alimón una escalivada. Difícil evaluar qué daba más miedo, si que mandaran al ministro de Asuntos Exteriores a explicar la postura del gobierno sobre Cataluña o contemplar al mascarón de proa del independentismo esforzándose por seguir siendo español. Al final, en vez de al ejército, van a tener que mandar a Chicote a poner orden. En cualquier caso, no quedó claro cuál era el plato y cuál el vaso.

Desde Gerona Mariano dejó la vajilla y se fue corriendo a Cádiz, donde tenía que inaugurar un puente enorme con cuatro años de retraso. El puente es un despilfarro de los gordos en varios y procelosos sentidos; primero, por su recorrido de cinco kilómetros, tres de ellos sobre el mar, lo que lo convierte en un bicharraco de ingeniería más largo aún que el Golden Gate o el puente de Brooklyn; segundo, por su sobrecoste de 240 millones de euros, casi el doble de lo que se presupuestó; tercero, por su inutilidad, ya que en su momento fue diseñado para solucionar los problemas de acceso a Cádiz, problemas que se solucionaron en 2010 con la inauguración de un carril reversible en el anterior puente. Ahora, eso sí, qué bien da en las fotos.

El puente se estrenó tan cargado de símbolos que por poco no se viene abajo. Para empezar, se llama de la Constitución, ese documento inviolable que no se puede tocar en ningún caso, salvo si hay que hacer ajustes económicos a toda leche con el fin de ayudar a los banqueros. Y para terminar, lo inauguraron juntos Mariano y Susana Díaz, para demostrar que el PSOE y el PP se echarán una mano siempre que lo necesiten y que el uno es la continuación lógica del otro. En un momento del debate en 8TV, Margallo dijo que cuando sus amigos se quieren tirar de un puente, su trabajo es disuadirles. Lo raro es que no lo dijo en Cádiz.

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