Punto de Fisión

Independícese usted mañana

El lenguaje está hecho para no entenderse, eso lo sabemos desde que allá en Babel unos cuantos albañiles decidieron ir a su bola y al final en vez de una torre les salió un puente de Calatrava. La Biblia no especifica cuántos albañiles hablaban catalán y cuántos chino, pero para el caso da igual. Como si siguiera en Babel, Romeva dijo ayer que los catalanes han hablado alto y claro aunque, según el último y reciente referendum, los partidarios de la independencia no llegan ni a la mitad de los votos. Eso son pequeñas minucias, detalles sin importancia para un político con claridad de miras y gafas graduadas. Las cifras son lo de menos, porque la independencia es un sentimiento y los sentimientos son inasequibles a la aritmética. Hace ya algunos años Pujol viajó a China exultante y se le ocurrió decirle a un ministro que el catalán ya lo hablaban doce millones de personas. "¿Ah sí?" contestó el chino. "¿Y en qué hotel se alojan?"

Las crónicas que nos llegaban del Parlament parecían un eco de la carrera de Jorge Lorenzo, Marc Marquez y Valentino Rossi el domingo. Hasta se oía ruido de motos de fondo, aunque más bien eran motosierras: el ruido de arrancar antes de empezar la tala propiamente dicha. Daba la impresión de que Mas y sus secuaces aprovechaban que en Madrid ayer era fiesta para independizarse a escondidas. Independizarse, sí, pero poco. Parece que tenían muchas ganas pero al final no pasó nada, un empujón y poco más, como en esos esbozos de pelea que alborotaban mi barrio en que los contendientes empezaban por intentar no hacerse daño y acababan otra vez amigos.

Lo explicó el propio Romeva con una frase que era un gatillazo en toda regla: "Si no es hoy, será mañana; si no somos nosotros, serán otros". Tanto hecho diferencial para terminar citando a Larra: independícese usted mañana. Paciencia, que más tarde o más temprano, la deriva continental provocará una fractura por el curso del Ebro: la geología no hay quien la pare. Con tal cantidad de preámbulos y preliminares, la gente está empezando a ponerse nerviosa, igual que el público de aquel cine mexicano, muy macho él, que ve incómodo una película francesa donde los amantes desnudos se demoran más de cinco minutos en recorrer las respectivas pieles. Hasta que alguien grita desde la platea: "¡Pero tirátela ya, mano!".

Joan Coscubiela habló de un proceso de"desconexión" entre Cataluña y el resto de España, se ve que Artur Mas ha decidido cortar la wifi y que el gobierno piensa arreglarlo mandando a unos técnicos del Tribunal Constitucional. Se habla de desconexión y muy pronto oíremos hablar de divorcio, igual que cuando Elliot Gould y Michael Caine discutían sobre la alegría de los holandeses al ver pasar los tanques aliados: "¿A usted no le han liberado nunca?" "Me he divorciado dos veces, ¿vale?" "Vale". García Albiol ahondó en este terreno sentimental: "Le quiero decir, mirándole a los ojos, que ni usted ni nadie nos va a sacar de España". Y luego se envolvió en la bandera española como el que se pone una chaqueta.

Hay que tener mucho cuidado con los términos porque en cualquier momento podría ocurrir algo. Basta oír el discurso del presidente Mariano en Lorca, cuando prometió una vez más su ayuda con un marianismo tres estrellas: "Lo más importante que se puede hacer por vosotros es lo que vosotros podáis hacer por vosotros". Como presidente vuestro que soy. No era una frase, qué va: era una réplica del terremoto. Poco después la agencia EFE daba la noticia, replicada en diversos medios, de que otras dos mujeres habían fallecido a tiros en Liria. Las podían haber desconectado, las podían haber independizado, las podían haber divorciado, pero no: las habían fallecido. A tiros. Dos eufemismos más y en Cataluña el ejército va a entrar tocando la marcha nupcial.

 

Más Noticias