Punto de Fisión

Mariano, sé fuerte

Sábado 20.16 p. m.

Resulta conmovedor el anacronismo democrático que supone mantener intacta la jornada de reflexión, casi tanto como la prohibición de publicar sondeos durante la última semana. No es que no se hagan sondeos, sino que no se publican. Las élites económicas y los cuarteles de mando de los partidos políticos sí tienen derecho a conocer esos sondeos, con lo cual una vez más el electorado queda reducido al nivel de un niño de teta que aún cree en los reyes borbones, digo, magos. Afortunadamente, el Periòdic d'Andorra todavía mantiene suficiente autonomía informativa como para publicar encuestas hasta el último minuto, encuestas que son consultadas en España y publicadas por los diarios españoles que las devoran con la fruición de un náufrago famélico. Es una operación de parasitismo periodístico que da una idea de cómo está el país y, sobre todo, de cómo está la prensa del país, que corre a los quioscos de Andorra con la misma desesperación que el fumador ansioso a por un cargamento de tabaco, la misma con que el pajillero incurable acudía a los cines de Perpiñán ya con la bragueta abierta.

De no ser por la prensa amiga del principado, Albert Rivera no se habría enterado del subidón irresistible de Podemos y no le habría quedado más remedio que incumplir su programa electoral tras las elecciones. Albert había prometido en cada mitin, televisado o no, que jamás iba a pactar con el PP, pero durante la noche del viernes le entró hambre de votos y se comió sus propias palabras a palo seco, sin agua ni pan ni pimentón. Era casi el único punto claro de su programa político pero le caducó antes que la campaña. Gracias a su voracidad se convirtió en el primer político que se traga sus promesas de aperitivo, no como Mariano, que se las tragó todas de postre. Eso demuestra que la nueva política prometida por Ciudadanos ya es un hecho. Mentimos más, mentimos mejor y, ante todo, mentimos en diferido y en forma de simulación.

Domingo, 17.23 p.m.

Hasta la hora de descerrajar las urnas, unas elecciones no dan para mucho, pero en las televisiones siempre enfocan a las monjitas de clausura que salen cada cuatro años para ir a votar. Enternecedor. Mejor todavía son esas imágenes de una monja guiando un hormiguero de viejecitos, todos ya con su sobre cerrado y su voto depositado de antemano. Lo que no salió por televisión fue esa curiosa anécdota en un colegio de Guadalajara, cuando un grupo de discapacitados protestó porque llevaban el sobre precocinado. No hay que alarmarse porque, como ocurre siempre en el PP, éstos, como la corrupción, son casos aislados. Aunque casi nunca aislados del PP.

En el autobús, de camino al almuerzo, escucho a una señora de mediana edad que habla por teléfono con acento sudamericano: "Al PP. A quién voy a votar si no. La verdad es que yo no entiendo de política". Una vez concluido mi sondeo a pie de calle me dirijo al ágape con la intención de inspirar profundamente tres veces antes de cada bocado y expirar dos después de cada comentario. Casi expiro del todo después de oír este fascinante análisis sobre el líder de Podemos: "A este Pablo lo financia Irak, donde cuelgan a los mariquitas de las grúas". Mastico lenta y pacientemente la comida recordando a aquel señor que se masturbó en Perpiñán viendo una película de Jean-Luc Godard.

Lunes, 00.03 a. m.

Lo que ha dejado tras de sí la noche es un chocho de mucho cuidado, un país esquizoide con mayoría absoluta del PP en el Senado y un Congreso hecho añicos, con el bipartidismo torpedeado pero todavía a flote. La derecha ha ganado las elecciones pero lo va a tener muy crudo para formar gobierno, no digamos ya para mantener a Mariano al frente del navío. En el proceso de negociación que le espera al tranquilo capitán para intentar llevarse puerto a sí mismo no le valdrá con quedarse quieto a verlas venir sino que tendrá que tirar de labia, seducción, galanteo y capacidad para el diálogo, cualidades en las que se desenvuelve como pez en el agua. En concreto, un pez globo. Un fugu de ría.

Pdr Snchz sonreía eufórico tras lograr los peores resultados del PSOE en toda su historia. Podía haber sido peor, podía haberse despeinado. A los dos auténticos vencedores de la noche les ha perjudicado la matemática. Aun así, de un solo salto Ciudadanos se ha plantado desde Cataluña con 40 escaños y Podemos desde la calle con 69, el cual es un número estupendo para liarla parda. Apenas dos millones de votos entre Podemos y el PP se traducen en 54 escaños, y poco más de 300.000 entre Podemos y PSOE en 21. Si IU se hubiese adherido a la propuesta de Iglesias en vez de despeñarse en solitario hacia la nada, el hipotético frente de izquierdas podría haber alcanzado los 85 diputados. Pero esas matemáticas elementales no valen gracias al tocomocho ideado por Victor D'Hont, que convirtió el famoso "un hombre, un voto", en "depende cuál". El pueblo español ha hablado alto y claro: ha pedido otra ración de democracia. Está por ver si el camarero vuelve a ser D'Hont y si el cocinero sabe trinchar el fugu.

 

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