Punto de Fisión

Ted Cruz y su ametralladora con tocino

En Pensilvania una marmota ha augurado una primavera temprana y en Iowa una mofeta se prepara para un largo invierno. Al tiempo que Phil veía su sombra a la salida de la cueva, Donald Trump descubría la sombra de Ted Cruz en los comicios de Iowa. El muchimillonario que siempre se presenta a sí mismo como ganador nato ha empezado las primarias con una despampanante derrota, lo cual puede suponerle una excelente cura de humildad. Aunque, conociéndolo como lo conocemos, casi seguro que no. Si sus asesores y peluqueros lograran convencerle de la conveniencia de jugar esa baza, de inmediato Trump se presentaría como la persona más humilde del mundo y aun del sistema solar.

El vencedor en los comicios republicanos ha sido el senador Ted Cruz, un hombre no tan polémico como Trump en sus apariciones públicas aunque igualmente estrafalario. No hay más que ver ese video en donde sale forrando el cañón de una ametralladora de lonchas de panceta y envolviéndolo luego en papel de aluminio. Cuando se pone a disparar, el cañón se calienta y, al terminar, tiene listo un aperitivo de torreznos. Esta receta, digna de Masterchef, es un buen resumen del programa político de Cruz, basado principalmente en incrementar el presupuesto del ejército, en atacar al ISIS mediante bombardeos masivos y en defender el derecho a las armas de los estadounidenses. Quienes piensan que Ted Cruz es una opción más progresista que el botarate de Donald Trump, se equivocan de medio a medio: no sólo representa al ala más dura del Tea Party sino que mientras que el partido demócrata lo considera un absurdo demagogo, algunos analistas como Noam Chomsky creen que más bien se trata de un verdadero peligro público.

El apellido Cruz es premonitorio. Por un lado es un tipo al que Dios no se le cae de la boca en ninguno de sus discursos; por otro, pretende reemprender la cruzada con que Bush Jr. -de cuyo equipo legal fue asesor en las elecciones del 2000- arrasó Irak, causó millones de muertos y desestabilizó el equilibrio geoestratégico de Oriente Medio. Todo por una conversación personal que tuvo con Dios al poco de dejar un monólogo a medias con la botella de whisky.

Dentro del partido republicano hay opciones más sensatas, como la de Ben Carson, un neurocirujano de raza negra con un historial médico impresionante: una baza que supone, por sí sola, una auténtica rareza en el circo electoral estadounidense. Y, con toda seguridad, un lastre. Desde hace algún tiempo el analfabetismo es una ventaja para triunfar en política, como lo demuestran las opiniones machistas de Berlusconi, los hallazgos fraseológicos de George Bush Jr. y los desconocimientos meteorológicos de Mariano, que todavía no sabe por qué llueve. En el Tea Party, donde proliferan elementos perniciosos al estilo del Ted Cruz, ni siquiera creen en la evolución. Lo malo es que la evolución tampoco cree en ellos y allí se han quedado, en la época de las Cruzadas, tuneando una ametralladora con tocino.

 

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