Punto de Fisión

Lesbos sí, Sodoma menos

El Papa Francisco fue a Lesbos a preocuparse un poco por los refugiados, pero dejando claro que se trataba de un viaje humanitario, que no tenía nada que ver con la política. "Los acuerdos con Turquía no los conozco bien, tan sólo los he visto en los periódicos" comentó, como si fuera un presidente español. Los jefazos eclesiásticos no suelen meterse en política salvo en casos excepcionalmente graves, por ejemplo, cuando hay que aleccionar a los votantes católicos sobre la papeleta que hay que introducir en la urna, sobre el votante que hay que introducir en el autobús de camino al colegio electoral, e incluso sobre la monja que introduce al votante en el autobús.

Eso de que miles de semejantes se encuentren en un limbo de fango y mala muerte no tiene nada que ver con la política, ni con la economía, ni mucho menos con la religión. A lo mejor no tiene nada que ver ni siquiera con la guerra. Es un caso de simple mala suerte, como esa señora que anda sola por la calle y la violan entre cuatro. ¿A quién se le ocurre andar sola por la calle y encima con minifalda? ¿A quién se le ocurre vivir en Alepo o en Damasco pudiendo vivir en Roma? La culpabilización de las víctimas funciona así, de toda la vida, desde que mi madre me largaba dos bofetadas cuando volvía llorando y con la rodilla hecha un Cristo. Toma, para que llores por algo.

Con varios decenios de retraso, Francisco ha cogido al vuelo aquel sabio consejo de Franco: "Haga como yo, joven, no se meta en política". Al menos tuvo el detalle de traerse tres familias de refugiados, doce personas en total. Si por él fuese se hubiera traído más, pero no cabían en el avión ni en el Vaticano. Pidió hace meses que las parroquias, conventos y monasterios abrieran las puertas para acoger a los refugiados sirios, pero la iglesia de momento sólo los ha acogido en pensamiento y omisión. "Refugiados" no parece un buen término para toda esa gente en desbandada, sin techo ni comida, que todavía no ha encontrado refugio en ningún sitio. Se ve que los obispos, arzobispos y curas católicos en general han interpretado la palabra al pie de la letra y prefieren seguir con sus verbenas y sus rifas benéficas. Tal vez si se enterasen que entre ellos hay un montón de niños, muchos de ellos huérfanos, los recibían con los brazos abiertos.

Para no perder comba, al igual que en algunas procesiones, el Papa da dos pasos adelante y tres atrás. Después de quince meses de espera, acaba de rechazar la propuesta de Laurent Stefanini, católico practicante condecorado con la orden de San Gregorio el Grande y homosexual en su vida privada, como embajador francés en el Vaticano. En una de sus homilías aéreas, el Papa había hecho una pregunta retórica: "Si una persona es gay, si busca a Dios y es buena persona, ¿quién soy yo para juzgarla?" "El puto Papa" respondió tiempo atrás John Cleese. El portavoz del Vaticano no ha especificado si lo han rechazado por ser poco católico o demasiado católico, demasiado gay o poco gay. Al parecer el escándalo es que le gustan mayores de edad.

 

Más Noticias