Punto de Fisión

Humor muy negro

La justicia española no ceja en su infatigable cruzada contra el humor negro. Primero fue Guillermo Zapata, el ex concejal de Cultura en Madrid, que tuvo que dimitir por unos chistes de mal gusto sobre el Holocausto. Después, unos titiriteros a quienes nadie había explicado que no es lo mismo representar una obra bajo una alcaldía del PP en Granada que la misma obra en el Madrid de Carmena, donde miran el aire con lupa. A los titiriteros les aplicaron la ley antiterrorista mientras los responsables de las cinco niñas muertas en el Madrid Arena siguen ahí, a su bola.

El último afortunado en esta lotería de imputaciones ha sido Facu Díaz, por un tuit  muy malvado que escribió en 2013 donde decía que quemar una iglesia le parecía una barbaridad si no había gente dentro. Desde el incidente Zapata, la fiscalía ha tenido muchos blancos contra los que descargar el peso de la ley: contra Jiménez Losantos, sin ir más lejos, que hace unos meses declaró por la radio que es ver a Errejón, a Bescansa o a Maestre y le sale el monte que lleva dentro, "si llevo la lupara disparo, menos mal que no la llevo". Se ve que a la fiscalía este chiste no le hizo tanta gracia como el de la iglesia quemada. Tampoco pueden estar en todo.

Al establecer sus prioridades sobre determinado humor negro, la fiscalía deja claro que Losantos, Rafael Hernando, Pablo Casado y otros humoristas de la caverna tienen barra libre. Por eso Gila pudo contar tantas veces aquel chiste de la guerra civil que decía "me fusilaron mal", porque no era ningún chiste. Seguramente Facu Díaz habría tenido mucho más éxito si su tuit, en vez de sobre hipotéticas iglesias quemadas, hubiese ido sobre cunetas. Pablo Casado forjó su brillante carrera de Cuñado Portavoz con un gag sobre los fusilados del franquismo y sus familiares para partirse de risa, porque en una cuneta no sólo caben muchos más muertos que en una iglesia sino que además son muertos de verdad. Como lo demuestran los cinco cadáveres del Madrid Arena o la libertad por peteneras de Rato y Blesa, en este país la justicia no se toma tan en serio la realidad como la ficción. Por eso aquí tiene mucho más riesgo dedicarse al humor negro que al dinero negro.

No menos curiosa -y no menos negra- ha sido la sentencia que deja en la calle a un profesor de religión que violó a nueve niños en un colegio católico concertado. El tribunal no vio ningún peligro en que esta polla a pie salga a pasear por el parque, pero llega a contar chistes de la ETA en una asamblea de Podemos y me lo fusilan. Es una modalidad de justicia que está haciendo furor en toda Europa, por ejemplo en Noruega, donde han fallado a favor de Anders Breivik, asesino de extrema derecha, por considerar que su régimen carcelario viola los derechos humanos. Breivik, que puso una bomba en el centro de Oslo y luego mató a 77 jóvenes socialistas como si fuesen conejos, calificó de "tortura" los platos precocinados de la prisión. El sesgo ideológico del humorista, como se ve, es fundamental. Se junta con Losantos y hacen un dúo cómico: Cruz y Lupara.

 

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