Punto de Fisión

Franco en directo, Himmler en diferido

Es sabido que los nazis se pirraban por el ocultismo, la búsqueda de reliquias sagradas y la arqueología friqui, nobles aficiones que, por desgracia, no les apasionaban tanto como el genocidio. Si hubieran empleado una centésima parte del empeño que pusieron exterminando judíos, gitanos, eslavos, homosexuales y discapacitados en desenterrar perolos medievales y desentrañar enigmas esotéricos, Iker Jiménez tendría que haberse dedicado al cante jondo e Indiana Jones le acompañaría con una trompeta y una cabra. Pero siempre les gustó más un paredón que una pirámide, una cámara de gas que un museo y cavar fosas que hacer excavaciones.

Por eso casi no causa extrañeza que los espectros de Hitler y de Himmler -principal ideólogo de la Solución Final y ocultista en sus ratos libres- se manifestasen en una de las torres del castillo de Guadamur, en Toledo, mientras en la otra torre, se aparecía su amigo y aliado, Francisco Franco. Era la culminación de las IX Jornadas Visigodas, un acto que quería conmemorar la recuperación del tesoro de Guarrazar y que retrotrajo la localidad unos cuantos milenios atrás, a la península caníbal de Atapuerca. Más allá del hallazgo histórico, la doble aparición conmemoraba los bombardeos asesinos de la Legión Cóndor, las aventuras de la División Azul en Leningrado y el pacto satánico, bendecido por la iglesia católica, que el franquismo mantuvo y mantiene con el nazismo.

Es un acto reflejo que no pueden evitar, apenas les golpean en una rodilla de inmediato salta el brazo en alto disparando por el resorte del Heil Hitler. Están por todas partes, en bares de carretera, en iglesias, en ayuntamientos y en el BOE. He ahí el motivo por el cual, a pesar del repentino auge de la extrema derecha en diversos países de Europa, los neonazis no prosperan en España: porque el PP ha privatizado todo el espectro ideológico desde el centro hasta la pared. Los pobres ingenuos de Vox y otras formaciones afines se han quedado sin espacio vital, reducidos al papel de una cofradía de nazarenos del Ku-Klux-Klan. Aquí llega un neonazi y se deprime nada más bajar del avión, igual que cuando Baryshnikov pidió asilo político en Toronto y encendió la tele del hotel de madrugada, con tan mala suerte que lo primero que vio fue una vieja película de Fred Astaire. "Vaya, tendré que buscar trabajo", pensó.

Durante más de un año, el humorista Chevy Chase estuvo dando noticia de la muerte de Franco en el Saturday Night Live con una tenacidad fúnebre que rivalizaba con los intentos desesperados de los médicos por mantener con vida a aquella momia asesina. Meses después del 20 de noviembre, Chase aparecía puntualmente con la misma exclusiva desde Madrid: "El Generalísimo Francisco Franco todavía sigue muerto". Al final el tiempo ha acabado por darle la razón y el cadáver de Franco, cuatro décadas más tarde, goza de excelente salud. En Toledo, su fantasma saludó un momento a los de sus colegas, Hitler y Himmler, que no fueron tan hábiles como él. Los nazis, que buscaron como locos el Santo Grial, la lanza de Longinos y el Coño de la Bernarda, persiguiendo el secreto de la inmortalidad, perdieron el rastro del Grial en España, en Montserrat. No podían sospechar que el Reich de los Mil Años iba a trasplantarse al otro lado de los Pirineos gracias a la astucia de un nibelungo muy poco ario que continúa engordando bajo tierra como un tumor gracias al entusiasmo de sus seguidores, que son legión.

 

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