Punto de Fisión

Banderas de nuestros cuñados

Gibraltar es un clásico de la campaña electoral española, un temazo que vuelve cada cuatro años, aproximadamente, como una canción del verano bisiesta y con retraso. Con mucho retraso. Nunca falta el patriota a peñón fijo que se acuerda de su patriotismo a plazos, como si tuviera que visitar por obligación a sus primos amontonados en la roca. Entonces se chilla un rato y se monta un pollo, al estilo de los antropoides de 2001, para que los monos sepan que no están solos. La historia no va más allá de unos cuantos exabruptos y gruñidos, porque se sabe la mala hostia que gastan los británicos cuando alguien les toca un islote.

El primer intento de invasón más o menos documentado tuvo lugar en la película de Summers, Todo el mundo es mejor, en el que unos cabrones disfrazados de militares acogotaban a unos pobres lugareños despistados y les convalidaban la mili obligándoles a pegarse tripazos y desfilar con la bandera frente a la frontera. Unos decenios después llegó Gustavo Biosca, el Cómico Suicida, que iba por la calle principal de Gibraltar con un casco y un megáfono gritando: "Yonquis de la reina madre, ¿en qué se diferencia un mono de un gibraltareño? En que el mono no tiene acento andaluz". "¿Qué hablas, gilipollas?" le espetaba un súbdito británico con una mala leche y un acento tan cerrado que le daba toda la razón.

Este lunes unos miembros de Vox le enmendaron la plana a Summers al llevar la tomadura de pelo mucho más lejos que él. Lograron desplegar una bandera de 18x11 metros, lo que alarmó considerablemente a la policía local y excitó sobremanera a varios monos. Más que los colores, tan visibles desde el mar, molestaba el tamaño de la colcha, que era casi más grande que el Peñón. En la derecha abunda la gente que carga los símbolos bien a la vista, generalmente a la derecha, aunque luego, a la hora de la verdad, se abre la cremallera y lo que aparece es un pepinillo. Cuánto más grande la bandera, más gorda la cuenta en Suiza, y cuánto más hablan de España, más dinero almacenan en el exterior. El PP madrileño plantó una bandera española en la Plaza de Colón, tan enorme que sigue dando la impresión de que España limita al sur con la calle Serrano, al este con el Museo Arqueológico, al norte con la Biblioteca Nacional y al oeste con el Hard Rock.

No menos simbólicos son los gráficos con que el PP intenta convencer a sus votantes de que España, más que ir bien, como en tiempos de Aznar, marcha viento en popa. Pablo Casado sacó en televisión unos gráficos más retocados que el padrastro de Kim Kardashian. La barra correspondiente al gasto social en 2016 era casi tres veces más grande que la de 2011 a pesar de que el crecimiento no llegaba ni al 4%. Por el mismo precio podía haber sacado unas fotos de Soraya con un metro ochenta, en tacones y desfilando en la Pasarela Cibeles. Luego, sin dejar de exponer esa sonrisa que parece amarrada al cogote, dijo que el PP había parado 45.000 desahucios y Ada Colau y Carmena ninguno, aunque no terminó de explicar si los desahucios detenidos habían sido cosa de Mariano, o si habían echado también una mano él, Montoro, Cospedal, Guindos y Fernández Días con Marcelo, el ángel de la guarda. Ni en la bandera pantagruélica de Vox caben las trolas del cuñado favorito.

 

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