Punto de Fisión

Mariano contra el doctor No

Estamos ya a mediados de julio y la diferencia entre un gobierno en funciones y un gobierno en vacaciones todavía no queda muy clara. El ejecutivo parece haber puesto el piloto automático, excepto Guindos, que sigue de romería en Bélgica intentando que no le pidan un full-monty, y Fernández Díaz, que continúa de fontanero, trabajando a destajo en las cloacas del estado.

Mariano, que frenó en seco su campaña de caminar deprisa después de ganar las elecciones, ha vuelto a su inactividad habitual de politiquear despacio. El letargo es la estrategia que mejores resultados le da al presidente, hasta el punto de que su postura negociadora puede resumirse con aquel entrañable combate de los Teleñecos en el que Gonzo se enfrentaba a un ladrillo, lo cogía por la cintura, intentaba aplicarle una llave, el peso lo vencía y caía totalmente aplastado entre el entusiasmo del público. El ladrillo vencía por K.O.

Pdr Snchz (que en el último combate hizo el papel de Gonzo) se ha acercado otra vez al ladrillo, se ignora si con intenciones de rodearlo, volarlo con dinamita o hacerse una casa debajo. También lo ignora él mismo. Snchz ha dicho NO a Mariano, pero Mariano, sin mover los labios, igual que los grandes ventrílocuos, le ha replicado con aquel viejo chiste de Benny Hill: "¿Es cierto que los socialistas cuando decís "no" en realidad queréis decir "sí"?" "NO" ha vuelto a replicar Snchz, intentando confundir a su interlocutor, aunque es él quien ha terminado hecho un lío.

Albert Rivera, en cambio, es un político mucho más flexible, tanto que ha girado su negativa primero 90 grados, después 120 y luego ya la media vuelta completa, para que sus votantes no se piensen que es un chico fácil ni una veleta. Rivera, que anunció solemnemente que jamás apoyaría a un partido corrupto, primero empezó a mirar para otro lado, luego empezó a cerrar los ojos para otro lado y ahora incluso empieza a oler para otro lado. Llega a ser más flexible y en el próximo referéndum se saca las costillas. El NO de Rivera, que era un NO a lo Benny Hill, suena inequívocamente a "tal vez", "a lo mejor", y hasta a "si tú me dices ven, me abstengo todo".

El problema es que Mariano, de momento, no ha dicho nada más que perogrulladas de las suyas, es decir, que quiere gobernar, que tiene fuerzas para hacerlo y que va a convencer a los demás. Lo que no tiene, como siempre, son ganas. Por eso se reunió primero con Rufián y Tardá, con quienes tuvo una reunión muy entretenida aunque poco productiva, ya que lo más lejos que podría llegar con ellos es a hablar catalán en la intimidad. La pelota, como dicen los analistas serios, está en el tejado, pero ni siquiera sabemos en el tejado de quién. Mejor para Mariano porque, mientras tanto, las vacaciones se siguen acercando, el NO se sigue desinflando y la pelota se sigue hinchando hasta adquirir las dimensiones de un balón de playa.

 

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