Punto de Fisión

Espinar y Nicolás: vidas paralelas

La limpieza de sangre ha vuelto a salpicar las camisas impolutas de Unidos Podemos con uno de esos escándalos de corta y pega que son la sal de la vida del cuñadismo patrio. En esta ocasión, en lugar de titiriteros, becas de investigación sin usar, reyes magos de fogueo o mayordomos de Echenique, la cosa va de inmuebles. A primera hora del miércoles parecía que Ramón Espinar había hinchado él solo otra burbuja inmobiliaria; a media mañana se decía que había revendido con alevosía y a traición una vivienda de protección oficial en Alcobendas; a mediodía se supo que no era exactamente una vivienda de protección oficial sino una "vivienda joven" que adquirió gracias a un préstamo familiar y que tuvo que revender por no poder pagarla. Y que además estaba obligado a venderla.

De inmediato tan subversiva operación financiera desató un acuciante debate sobre el régimen de las viviendas protegidas y también sobre el enriquecimiento ilícito por parte de tantos pelagatos que no tienen donde caerse muertos. Muchos argumentan que Espinar, para seguir a rajatabla el ideario de su partido, no sólo no tenía que haber subido el precio del piso si se veía obligado a venderlo, sino venderlo a mitad de precio o, mejor aún, regalarlo a una ONG de Monjas sin Fronteras para que abrieran otra sede de la Fundación Francisco Franco. Poco importa que el hombre, por aquel entonces, ni siquiera estuviera metido en política: su padre sí, y además sumergido hasta las cachas en el timo de las tarjetas black, que seguro que tiró de una para prestarle el dinero de la entrada. En Podemos tienen que responder no sólo por lo que sus representantes hacían antes de que se fundara el partido sino también por lo que hicieran sus padres.

La famosa técnica del suflé informativo -ése que va siempre sube y sube hasta desinflarse en una sentencia del Tribunal Supremo y un escupitajo de Rafael Hernando- tira ahora por el lado de la ética, ya que, por lo visto, está muy feo especular con este tipo de viviendas en vez de arruinarse con ellas. En realidad, lo que se le reprocha a Espinar es que únicamente sacara 19.000 euros de beneficio cuando, de haber sido un joven emprendedor, podía haber fundado un fondo buitre o financiado la sede de un partido político en la calle Génova a base de sobres rellenos con dinero negro.

Esta eficaz cortina de humo ha servido para distraer al personal de la última jugada del niño prodigio del PP, el pequeño Nicolás, quien implicó en un solo documento falsificado, y con faltas de ortografía, a la vicepresidenta del Gobierno y a un agente secreto de su invención en una audaz maniobra que pretendía frenar la nociva invasión franchute del Carrefour a expensas de Mercadona. Se trenzan tantos y tan variados delitos en este delirio digno del Superagente 86 que muy probablemente no va a pasar a instancia judicial, con el peligro que tiene el chaval este el día en que se ponga a tirar de la manta. No sólo es una superestrella del plasma, igual que Mariano, sino que, a poco que se lo proponga, acaba de presidente del gobierno.

 

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