Punto de Fisión

Boicot a la española

El boicot al reciente estreno de Fernando Trueba, La reina de España está resultando mucho más eficaz que el boicot a la boda entre Felipe y Letizia. Mucho más. Y eso que la película es una segunda parte y la boda real la tercera o la cuarta, no sé, hace tiempo que perdí la cuenta. En cualquier caso, lo cierto es que la película se ha estrellado en taquilla en su primer fin de semana, lo cual ha hecho que busquemos diligentemente una explicación, puesto que los hechos sin causa conocida nos ponen muy nerviosos.

Por suerte, ahí estaba, para explicarlo todo, el vistoso boicot que desde las redes sociales pedía a los españoles que no acudiesen a los cines a ver la película como castigo a aquellas declaraciones de Trueba al recoger el Premio Nacional de Cinematografía: "Nunca me he sentido español, ni cinco minutos de mi vida". Palabras que traducían una experiencia personal casi parapsicológica y que molestaron mucho a los que sí se sienten españoles dormidos y despiertos, los que se sienten españoles a ratos e incluso a aquellos que sólo se sintieron un poco españoles el día que Iniesta marcó un gol. Probablemente, la imprudencia de Trueba estuvo no tanto en confesar sus emociones nada patrióticas como en titular a la segunda parte de la película, La reina de España, que más que un título era echar sal en la herida y luego remover con el dedo.

Más aun cuando uno de los principales instigadores del boicot era Fran Rivera, célebre torero y español de pro, que acusaba al cineasta de cobrar subvenciones sin sentirlas. El toreo, en cambio, subvencionado hasta los higadillos, es una actividad patriótica cien por cien, casi tan patriótica como defraudar dinero en Suiza, en Andorra, en Panamá o en las Islas Caimán. Con todo, el boicot a los defraudadores, ministros incluidos, no suele salir tan redondo como este tremendo castigo en taquilla, tan redondo que encima fue un fin de semana que no paraba de llover y en la mitad de los cines asomaba la nueva criatura de Trueba. O Fran Rivera es un influencer o la mayoría del público potencial de las salas españolas aplaude sus tuits como si fuesen manoletinas. Todavía ha tenido suerte de no estrenar la película durante la feria de San Isidro porque igual no va ni el tato. Y eso que Fran Rivera no mencionaba la demanda que dos guionistas acaban de cascarle a Trueba por usar sin permiso varios de sus personajes. Cuando ya se sabe que el pueblo español siente verdadera adoración por sus guionistas.

También hay otra posible causa del boicot multitudinario contra Trueba y es la tibia acogida crítica que ha sufrido la película, tibia en el caso de los grandes diarios, porque en internet yo he leído críticas donde la tildan directamente de atentado cinematográfico. Sin embargo, sería la primera vez que el público hace caso a las críticas e incluso sería la primera vez que las leen. La pataleta de muchos directores españoles que acusa a cierto sector de la audiencia de boicotear sistemáticamente las películas españolas está en franca contradicción con dos recientes estrenos que han pasado con nota la prueba de taquilla y de crítica y sin apenas alardes publicitarios: Tarde para la ira y Que Dios nos perdone. Por cierto, dos de las mejores películas, de cualquier nacionalidad, que yo haya visto este año.

Juan Marsé dijo una vez, dolido por las adaptaciones de sus películas, que el problema del cine español era la falta de talento. Era una generalización excesiva, aunque él se refería concretamente a Trueba y a Vicente Aranda. Queda todavía una última explicación, aunque tan obvia que casi da vergüenza mencionarla. Puede que una gran parte del público haya decidido por su cuenta y riesgo, por razones que van más allá del patriotismo o de la ideología, que la película no le interesa lo más mínimo. Pero eso de que la gente piense por su cuenta, ya dije antes algo parecido, nos pone muy nerviosos.

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